Era humo. Sin fuego cerca. Pero su llegada a Zaragoza y su cinturón metropolitano desató anoche una episodio de pseudohisteria que provocó una avalancha de llamadas a los Bomberos para alertar de la intensidad de la humareda en previsión de que pudiera haber algún incendio en los barrios. También se recibieron varias decenas de avisos de este tipo en redacciones como la de EL PERIÓDICO. La lluvia de última hora de la tarde, además de atenuar la magnitud del incendio, provocó que se levantaran unas ligeras corrientes de viento que arrastraron hacia el sur y el oeste de la zona afectada el humo y la ceniza que generaba el incendio de los montes de Zuera. Las elevadas temperaturas, que hicieron que la ribera del Ebro se encontrara en situación de alerta por la ola de calor desde horas antes de que comenzara el siniestro en la carretera de Villanueva a Castejón, favorecieron el desplazamiento de las cenizas a decenas de kilómetros de distancia. De hecho, los vecinos de Ejea de los Caballeros pudieron percibir su presencia en la capital de las Cinco Villas.