Janice Rothwell y Andrew Elias Rothwell esperan a su segundo hijo. El año pasado decidieron dejar Manchester y trasladarse con su primera hija, de 20 años y enferma de cáncer, al Matarraña. Allí planteaban construir una vivienda en una finca ubicada en el término municipal de Arens de Lledó. Casi doscientos metros cuadrados de vivienda en 1,2 hectáreas de almendros y olivos. Cursaron los permisos para hacer la moderna masía en agosto del 2013. El Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga) les contestó el 25 de febrero del 2014. Pedía un estudio de impacto ambiental, lo que terminará por retrasar un mínimo de cuatro meses el inicio de las obras. Este organismo público ha endurecido los requisitos, al estimar que se está produciendo una acumulación de proyectos de estas características.

En la escuela de Arens de Lledó hay 22 niños. Doce de ellos son descendientes de familias venidas de fuera. Es el único pueblo de la comarca, junto a Valderrobres, que ha ganado población en los últimos años. Ha pasado de los 196 habitantes del 2011 a los 215 del 2013, según los datos del Instituto Aragonés de Estadística. Este incremento se debe a la llegada de extranjeros que viven en el campo tras dejar atrás sus países de origen para estar en el Matarraña. En medio de la crisis resulta insólito hallar un lugar en el que repunta y florece la actividad económica y la construcción.

David Suárez (Londres, 1971) es en gran parte el responsable de la llegada al Matarraña de estos nuevos pobladores. Este gallego vivió hasta los 14 años en Londres. Decidió volver a su lugar de origen con una beca y allí en Reino Unido dejó a sus padres. Recorrió medio mundo como director general de nuevos negocios de Estrella Galicia. Un día, mientras hacía una queimada en la isla de Wight para el rey Juan Carlos, que participaba en una regata con los empresarios más exitosos del país, decidió que había llegado el momento de cambiar. Dejó su trabajo, y emprendió otros caminos. Uno de ellos le llevó al Matarraña. Se trasladó a vivir a Arens de Lledó en el 2010 con su esposa y sus dos hijas. Antes había creado una empresa llamada Country Property, dedicada a la venta de terrenos y a la construcción de viviendas en el campo.

QUINCE FAMILIAS

A través de su empresa han llegado al Matarraña 15 familias, distribuidas entre Arens de Lledó, Lledó, Calaceite y Cretas. Todas viven en el campo y están separadas por kilómetros de distancia las unas de las otras. Para acceder a ellas hay que recorrer viejos caminos. Esta es tierra de masías, desperdigadas por el monte aquí y allá. Ahora aparecen cada vez más viviendas nuevas, guardando siempre el estilo tradicional. Que nadie imagine urbanizaciones. Son modernas masías deshilvanadas en las miles de hectáreas de pinares, almendros, olivos y viñedos de esta comarca. "No creo que supongan ningún impacto, apenas se ven. Son más llamativos los molinos de viento que se han construido en la parte catalana", explica Rosa Casanova (PSOE), alcaldesa de Arens de Lledó. Prefiere no entrar en la polémica sobre la construcción de estas casas. "Viene gente al pueblo y todas las casas que se hacen cumplen con la normativa. Si ahora piden más requisitos se retrasará todo, claro", lamenta.

Suárez insiste también en que se han endurecido los criterios sin previo aviso. "Lo que antes costaba un año ahora se alarga hasta casi los tres. De repente hay que presentar un estudio de impacto ambiental. ¿Qué impacto va a tener una vivienda?", se pregunta. Y se queja que le hayan cambiado las normas "en mitad del partido". "Eso es lo que no puede ser porque crea inseguridad. Aquí no se están haciendo urbanizaciones", dice.

La directora general del Inaga, Nuria Gayán, intenta contrarrestar las críticas de Suárez y la alcaldesa. "Hay que explicar las cosas bien. Los criterios legales están establecidos desde hace años. Pero hay que examinar caso a caso. No está escrito que se deban someter a impacto ambiental estas viviendas. Tampoco que no deban hacerlo. No hay un cambio legal. En unos casos se decide hacerlo y en otros no", asegura. Justifica el endurecimiento de los criterios: "hay un efecto acumulativo. Ese criterio ya existe. Pero hay que verlo en cada caso. Eso se va a cumplir. La dirección general de Ordenación del Territorio dice que hay una acumulación de construcciones. Son viviendas aisladas y no es recomendable. Hay muchos riesgos naturales. El efecto acumulativo no es visual, pero sí en las problemáticas repetidas. Solo en Arens de Lledó hay siete proyectos. Van entrando poco a poco". Este mismo organismo decidió que no era necesario someter a impacto ambiental el plan general de ordenación del municipio oscense de Montanuy. Contemplaba la construcción de 4.000 viviendas.

Es decir, el efecto acumulativo del que habla el Inaga son siete viviendas. Todos los proyectos que lleguen a partir de ahora en Arens deberán someterse a un estudio de impacto ambiental. "Hay unas leyes que se tienen que cumplir. Nosotros no pedimos más trabas, sino coherencia en lo que se construye. Mejor regular antes de que se produzcan problemas. No se trata de parar los proyectos; el crecimiento se debe hacer con planificación", subraya Francisco Esteve (PAR), presidente de la comarca del Matarraña.

El boom de estas masías reinventadas se deja notar en la economía del Matarraña. Medio centenar de personas de diferentes gremios trabaja en su construcción. El electricista Adrián Monclús trabaja en la que el ingeniero Roger Terry, se está construyendo en Arens. "En un momento complicado supone un importante impulso para la zona", cuenta.

La vivienda de Roger Terry está ya a punto de acabar. Pero quedan más proyectos. Como el de la familia real de Qatar, que quiere invertir tres millones de euros en una finca de 1,9 hectáreas. Se traerán desde Polonia 18 caballos para su adiestramiento. Mohamed Bin Nasser Al Thani, hermano del emir catarí lleva personalmente la construcción del complejo. Cuándo será realidad es una incógnita por las nuevas trabas del Inaga.