El hijo de Fina y la práctica totalidad de sus compañeros no harán la prueba el lunes. Sus padres han decidido y rubricado que los niños no entren a clase esos días. De hecho, de las dos aulas de 3° y restando alumnos exentos por desconocimiento del idioma o dificultades de aprendizaje, la mayoría de los 35 que estaban llamados a llevar a cabo la evaluación no lo harán. "Iremos al colegio pero, de 9 a 11 los niños no subirán a la clase para dejar bien claro que no nos quedamos en casa durmiendo y que nuestra negativa es porque estamos en desacuerdo con la prueba no por dejar de ir al colegio y ya está", indicó Fina.

Así, las familias optarán, con permiso del equipo directivo, por permanecer en el patio del centro, donde se llevarán a cabo juegos, tareas de lectura y otros cometidos destinados a "pasar el rato con ellos", apunta esta madre, que denuncia que "no es coherente obligar a elegir 35 sin ningún criterio establecido. Es una segregación, de entrada", asegura Fina, que tampoco entiende las competencias seleccionadas. "No entiendo por qué se hace la prueba de matemáticas, lengua e inglés y no ciencias, por ejemplo". Pero, principalmente, Fina rechaza la evaluación porque "no se tiene en cuenta el entorno sociológico del niño porque cada familia es un mundo y no es lo mismo una familia que pueda costearse clases particulares o algún tipo de apoyo que otra que no se lo pueda permitir", indicó Fina, que reiteró que "en el centro casi nadie la va a hacer y lo tenemos claro desde el principio".