La línea de alta velocidad y su sistema de regulación y control se han diseñado para que algún día puedan circular los trenes a 350 kilómetros por hora con cortísimos intervalos de tiempo, desconocidos hasta el momento. Cuando el corredor Madrid-Lérida esté a pleno rendimiento se podrán mover decenas de trenes a la máxima velocidad, sólo separados por tres minutos de distancia entre sí. La cifra supone todo un salto cualitativo en la explotación ferroviaria.

En la actualidad, se funciona a medio gas y no se cubre la capacidad de tráfico, fijada en un tren cada cinco minutos y medio al no estar aún acabado el avanzado sistema de señalización y control ERTMS. En la línea convencional no se llega siquiera a la mitad de las posibilidades de explotación --diez minutos en los tramos desdoblados y veinte en los de vía única--.

Para garantizar la seguridad en semejante horizonte no sólo está operativo el centro de regulación y control (CRC) de Zaragoza, sino otros cuatro puestos regionales --Guadalajara, Calatayud, Zaragoza y Lérida--. En caso de fallo están los doce locales repartidos por la línea.