Ha llegado la noticia: ha fallecido la gran maestra. La Prima Ballerinatotal (Assoluta). Pocos quedan de los que la vieron bailar. Quedan algunas fotos, recortes de prensa y textos de historia de la danza; pero muchos, y más en Zaragoza, la conocimos como profesora, como fundadora del primer Ballet Clásico de Zaragoza, en 1982, como directora del joven Ballet de María de Ávila y, casi inmediatamente, después de un año de representaciones por España, Francia y EEUU, como responsable de los dos ballets nacionales, el Clásico y el Español. Toda esta labor justificaría los mayores reconocimientos; pero hay que destacar su labor como docente, como profesora de una manifestación artística importantísima.

Estamos en España y en Aragón. Es tiempo de hacer un homenaje a los maestros excepcionales y, en su nombre a todos los maestros. En nuestra tierra, ¿en cuántas facetas de la vida, el arte y la ciencia se puede decir que hay alguien que enseña o ha enseñado al máximo nivel mundial? Insisto en lo de al máximo nivel mundial. En pocas, en muy pocas. Pues María de Ávila lo hacía y sus enseñanzas eran reconocidas en toda Europa, desde el Bolshoi, de Moscú hasta las mejores compañías y escuelas de Suecia, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Portugal. Desde el American Ballet hasta el Ballet de San Francisco, pasando por Boston, Winnipeg (en Canadá) Miami y muchas universidades. Casi todos los años salía alguien de su escuela de la calle Francisco de Victoria, para ir a las mejores compañías del mundo. Cierto, recibió numerosos premios. Y las medallas de oro de la ciudad y de Bellas Artes. Sus discípulas y discípulos también ganaron grandes premios internacionales. Pero la ciudadanía no puede ser consciente de lo que eso supone de trabajo, de talento, de pensar en sus bailarines con la mayor concentración, de dedicarse a ellos a todas horas, sábados, domingos y vacaciones durante muchos años. Fui testigo de que los dirigentes del Ballet de Leningrado, el Kirov, dijeron asombrados que ya sabían distinguir a las bailarinas de María de Ávila; ¿pero dónde y quién le enseño a ella?

Nombres de sus discípulos internacionales, como Lola de Ávila, Mª Jesús Guerrero, A. M. Gorriz, Ullate, Laguna, Miñana, Sevillano, los hermanos Castilla, Bailo, Casas, García, Portero, Argüelles, Vaquerizo, Bescós, Hinojosa, Coma, Gastón, Barahona, las hermanas Lozano, las Iglesias, las Baselgay, los hermanos Martín, su sobrina (la del Royal Ballet de Birmingham), Lacarra, y un largo etcétera, son el mejor homenaje que puede hacerse a su fallecida profesora. Por descuido, falta de memoria en este momento e ignorancia no he sabido citar a muchos. La lista es casi interminable para lo que resulta el mundo del ballet.