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Cristina Rivera Garza: “No me quería morir sin escribir un libro sobre mi hermana”

La escritora mexicana ahondó en 'El invencible verano de Liliana', la obra que investiga el feminicidio de su hermana, en la última sesión del Seminario Permanente Transficción

La escritora Cristina Rivera Garza en la Biblioteca María Moliner de la Universidad de Zaragoza.

La escritora Cristina Rivera Garza en la Biblioteca María Moliner de la Universidad de Zaragoza. / AITANA RODRÍGUEZ DE TORO

Alba Ortubia

El 16 de julio de 1990, Liliana Rivera Garza fue asesinada por su exnovio Ángel González Ramos. La joven mexicana tenía 20 años, estudiaba arquitectura y plasmaba sus pensamientos en cartas sin destinatario. Quien le arrancó el futuro a Liliana se aseguró de que el suyo no fuera entre rejas: cuando las autoridades ordenaron su detención, el feminicida ya había huido del país.

Su hermana mayor tardó treinta años en exigir justicia. Pero lo hizo. 'El invencible verano de Liliana' encarna la venganza de Cristina Rivera Garza. El libro, publicado en 2021, ahonda en el feminicidio de Liliana y palia la desidia institucional. En el sistema patriarcal mexicano, las mujeres asesinadas se reducen a un informe sin investigar en un cajón olvidado o a una cifra más en la lista de la vergüenza.

Rivera Garza ha explicado su propio proceso de necroescritura en el Seminario Permanente Transficción, celebrado esta semana en la Biblioteca María Moliner. Galardonada con el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en dos ocasiones, se convirtió en la primera mujer escritora en ingresar en El Colegio Nacional de México. Sin embargo, su inabarcable trayectoria en las letras no le facilitó la reconstrucción del crimen de Liliana: “Tuve que desaprender estrategias de la ficción y la no ficción. No se trataba de adquirir herramientas diferentes, sino de convertirme en otra escritora por completo”, ha reconocido.

Las instituciones tampoco facilitaron las pesquisas de Cristina Rivera Garza. Localizar archivos con tres décadas de antigüedad no es tarea fácil. La posibilidad de que los documentos sobre el asesinato de Liliana se hubieran extraviado incentivaron a la autora a escribir la obra. “La existencia institucional de mi hermana en la tierra iba a desaparecer”, ha recordado Rivera Garza. A esta urgencia se sumó el carácter casi apocalíptico de la crisis del coronavirus. “No me quería morir sin haber escrito este libro sobre mi hermana”, ha confesado la escritora.

El archivo de los afectos

Ante las complicaciones institucionales y las prohibiciones pandémicas, la propia Liliana se convirtió en la fuente principal de la investigación. La autora inspeccionó las cajas de cartón que codiciaban las pertenencias de su hermana. “Empecé buscando datos y encontré un tesoro”, rememoró Rivera Garza. En aquellas arcas polvorientas, la escritora encontró diarios, cartas no enviadas, planos, notas garabateadas... “Ella estaba allí conmigo, no solo como un ejemplo de realismo mágico. La estaba tocando físicamente, como permanecen los muertos con nosotros mientas les guardemos luto. Liliana era la archivista de su propia vida”, ha afirmado la escritora.

Cristina Rivera Garza quería que los lectores sintieran la misma presencia abrumadora de Liliana al abrir el libro que ella experimentó al excavar entre sus archivos. “No solo buscaba escribir sobre ella, sino con ella, añadiendo sus escritos. Escribí en sororidad, en el sentido más literal del término”, ha expuesto la autora. Por desgracia, la historia de Liliana resuena en las mujeres de todo el globo. Según la ONU, cinco mujeres son asesinadas cada hora por alguien de su propia familia. La historia particular de Liliana refleja la cruda realidad colectiva.

El auge del feminismo

Durante los treinta años de duelo de la autora, surgió un nuevo fenómeno contra la violencia machista. Los emergentes movimientos feministas del siglo XXI ganaron fuerza, tomaron el espacio público y cuestionaron la narrativa del “crimen pasional”, que culpa a la víctima y exonera a los perpetradores. El feminismo ha reforzado la memoria colectiva, convirtiéndose en la voz de todas aquellas mujeres liquidadas por el machismo y silenciadas por las instituciones. “Cada vez que veo como los lectores abrazan a Liliana creo que participamos de una justicia más amplia”, ha concluido la escritora.

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