Uno de los proyecto más sugerentes para revertir el proceso de despoblación es el que ha puesto en marcha la fundación Cepain con la colaboración del Gobierno de Aragón. Gracias a un proyecto piloto que se desarrolló durante los meses de octubre a diciembre del pasado año en Almudévar se ha instalado una nueva familia llegada de Siria. El pastor Ernesto abandonó con su mujer y sus dos hijas el conflicto bélico que azota su país y gracias al conocimiento del oficio y a la colaboración de todo el municipio ha podido comenzar una nueva vida.

Las dos partes se entendieron perfectamente, según indican desde la fundación dedicada a la integración de inmigrantes. «Se encontraron por una parte la necesidad de la familia siria de conseguir su autonomía a la vez que se abría la posibilidad de volver al medio rural, entorno que conocían de sobra en su país de origen, por otra parte, el pastor que ofrecía el trabajo vio en el participante una persona responsable y comprometida, la cual podía ocupar el rol que el tanto necesitaba para sus animales», indican.

Además de la familia siria, el proyecto ha logrado la «inserción» de nuevos vecinos en Manzanera, en la comarca de Gúdar-Javalambre. Con la tutela de la agrupación otras dos personas que han escapado de la situación política de sus países (tanto en Camerún como en Guinea) han podido acomodo en una fábrica de la localidad. De esta forma otras dos casas se mantendrán abiertas en el mundo rural. Y han logrado algo mucho más importante: ser conocidos y respetados en una buena parte del territorio como una entidad con la que colaborar.

De este modo, los planes de integración rural en los que trabaja Cepain van mucho más lejos de estos proyectos puntuales. La fundación también está trabajando en la iniciativa Nuevos senderos que busca hacer atractivos los oficios asociados al campo y el medio rural a cualquier habitante de una ciudad.

En este caso la iniciativa se está centrando en las provincias de Soria, Salamanca y Teruel. Parten de la base de que el centro de la península y las costas están tan pobladas que no pueden responder a las necesidades básicas de una parte significativa de sus vecinos. Para corregir esta situación ofrecen la posibilidad de «propiciar la movilidad geográfica desde zonas urbanas hacia espacios rurales, convirtiéndolos en un contexto de oportunidades laborales y de mejora de la calidad de vida de estas personas y sus familias».

IMPULSO PÚBLICO

En los dos casos, si los resultados siguen por una senda positiva, el impulso público se podría repetir. Porque la solución no es sencilla. «Las iniciativas existen, pero sus resultados no están siendo rápidos», aseguró el comisionado aragonés para la despoblación, Javier Allué. Una posibilidad de reversión a medio plazo tiene que ver con la mejora del empleo en términos globales. Esto supone la creación de más ofertas laborales que también se pueden desarrollar en pueblos menores de 100 habitantes, los más afectados por la baja natalidad. «La estabilidad es fundamental para la consolidación de los núcleos familiares», indicó.

Entre los muchos programas públicos de fomento también destacan iniciativas como Pueblos vivos o Abraza la tierra. Todos buscan facilitar la ocupación de viviendas en núcleos con pocos vecinos y desarrollar oportunidades de empleo. Sus resultados aún son discretos, pero todas las semillas necesitan paciencia para germinar.