Ni en el Congreso ni en el Senado. Tampoco en el Gobierno central. En ninguna de estas instituciones las mujeres llegan a ocupar la mitad de los asientos, pese a representar al 50% de la población. Aunque han trascendido avances en cuanto al número de mujeres en las esferas de poder, la igualdad no se ha alcanzado completamente.

La ley de igualdad del 2007 no selló una cuota cerrada, pero sí requiere que haya un mínimo de 40% y un máximo de 60% de hombres y mujeres en las listas electorales, en las administraciones públicas y en los consejos de administración. Cumple nligeramente con ello en el Congreso, con un 41%. El Gobierno de Mariano Rajoy suspende con un 35%, cifra que desciende hasta un 28% si se tiene en cuenta a todos los altos cargos y no solo a las ministras. En el Senado sucede algo parecido: las mujeres suponen el 36% de los electos.

Cuestión de voluntad política / Los partidos políticos tienen el mando para romper el techo de cristal en las instituciones. Sin embargo, en las ejecutivas de los grupos las mujeres representan tan sólo el 37%, siendo Unidos Podemos el más paritario y ERC el que menos, con un 23%, según datos del Instituto de la Mujer del 2017. «Somos conscientes de que se tiene que feminizar el partido y, por eso, hemos comenzado a hacer listas cremallera», señala la expresidenta del Parlamento catalán Carme Forcadell, actual diputada de Esquerra Republicana (ERC).

Es indiscutible, no obstante, que las féminas han ido ocupando más escaños con el paso del tiempo. En la década de los 80 estaban casi excluidas de los órganos de decisión, ya que solo representaban el 6% en el Congreso y el 2,8% en el Senado.

Diez años después, las cifras ascendieron hasta el 15% y el 12%, respectivamente. En esa época, algunas diputadas, como Matilde Fernández (PSOE), accedieron al Gobierno, ella como ministra de Asuntos Sociales. «El mayor problema con el que nos encontrábamos entonces era el paternalismo de los hombres, cuando te apoyaban, y la invisibilidad, cuando no lo hacían», comenta.

Inamovilidad legislativa / Pese a las carencias, el Gobierno no prevé sacar adelante una ley que fije presencias paritarias. «A mí no me gusta obligar a nadie a nada, sobre todo a las empresas, eso de sacar una ley es arriesgado», señaló recientemente Mariano Rajoy. En su opinión, es preferible hacer «pedagogía» que introducir modificaciones legales o propiciar las listas cremallera que pide la izquierda y que sí rozarían el 50% de mujeres, al menos en los parlamentos. Ya se aplican legislaciones similares en Andalucía, Baleares, Castilla-La Mancha y País Vasco.

Está por ver si la huelga de mujeres le hace cambiar de opinión. Mariano Rajoy ya dio marcha atrás sobre la brecha salarial, después del revuelo que provocó su manifiesta indiferencia hacia la cuestión. Rectificó públicamente y se mostró dispuesto a «tomar cualquier medida que sirva para hacer justicia» en la igualdad de salarios.

La presencia de la mujer en la política es necesaria porque su visión no solo influye en las medias a adoptar, sino que también visibiliza a las mujeres y lanza el mensaje a la sociedad de que debe de ser igualitaria y condenar la discriminación. Además, los políticos deben ser un espejo de los ciudadanos a los que representan, y la mujer constituye la mitad de la población. Y también en la política conviene anular los techos de cristal que limitan a todas las mujeres.