La trufa es la seña de una localidad como Sarrión. Una buena parte de sus vecinos tiene empleos relacionados con este hongo y la exportación del producto es una realidad. El vivero Inotruf, en el polígono de la localidad, es un buen ejemplo de las posibilidades de expansión, pues en las temporadas altas tienen hasta 20 empleados. Sin embargo, la falta de un buen servicio de fibra óptica limita sus posibilidades de expansión. «Nos gustaría apostar más por la venta online de nuestros productos, pero es difícil porque las redes funcionan tremendamente mal», reconoce la gerente de la firma, Simona Doñate.

Inotruf produce unas 120 mil plantas al año en las que se inocula en la raíz el hongo de la trufa. De esta forma, cuando las encinas, robles o coscojos que venden tienen el tamaño suficiente se puede recolectar el hongo. «Somos el vivero más grande de España en este sector», dicen.

Sus productos han llegado a zonas de todo el mundo y por culpa de las malas conexiones las comunicaciones se hacen complicadas. «La coordinación de pedidos es difícil cuando los servidores fallan constantemente», indica. Además recuerdan que con un buen servicio de fibra óptica se podría mejorar la monitorización de forma que se podrían controlar los crecimientos desde cualquier lugar.

«Somos el centro neurálgico de la trufa en todo el mundo», explica Doñate. Esto ha provocado que los jóvenes de Sarrión no tengan que abandonar la localidad gracias a este «motor comercial». Sin embargo, insisten en que se tienen que mejorar las infraestructuras digitales para consolidar lo logrado en la comarca. Con la autovía no es suficiente.

Sarrión ya se conoce en Nueva York y en Hong Kong. Ahora es necesario que el impulso a la fibra óptica haga más fluidas estas comunicaciones.