El PP había adoptado una posición maximalista en la cuestión hidráulica que bloqueaba cualquier intento de modificar el Pacto del Agua de Aragón. Mientras los colectivos antiembalses ya habían mostrado inicialmente voluntad de negociación, los populares habían cerrado filas con obras tan polémicas como Yesa y Santaliestra. Con esos antecedentes, cabe calificar de gesto político importantísimo el cambio del PP, que se sentará en una mesa con ánimo de buscar alternativas a las proyectos más controvertidos. Quien renuncie a la negociación, necesaria para que Madrid actúe, se autoexcluirá.