Suciedad, ruidos, actos vandálicos y aglomeraciones rozando las zonas residenciales. También, una forma de ocio que deriva de varios aspectos, muchas veces desatendidos a la hora de abordar el fenómeno y no todos negativos per se. Sea como fuere, el botellón resulta una cuestión insalvable que enfrenta el derecho al descanso, la seguridad y la limpieza con la necesidad de un ocio que comprende una manera de socializarse con rasgos propios y a un precio asequible. Un problema, en todo caso, enquistado desde hace años, que no parece responder únicamente al incivismo de la juventud y que, de una manera o de otra, habrá que afrontar.

Las imágenes que se plasmaron en las inmediaciones del recinto ferial de Valdespartera hablan por sí mismas y no son sino un reflejo más de ello. En esta ocasión, eso sí, agravadas por una serie de factores inesperados hace unos meses. El primero: que la ciudad solo contara con un recinto de grandes dimensiones durante las fiestas del Pilar -en lugar de dos- y todo lo que antes se repartía, tendiera a concentrarse en un único punto.

De esta manera, nada más comenzar la actividad festiva la semana pasada, los vecinos de Valdespartera se encontraron desbordados por la afluencia de miles de jóvenes a las puertas del recinto y muy cerca de sus casas. Aunque los problemas del inicio parecen haber remitido en parte, durante las noches de los días 5, 6 y 7, las afecciones que denunciaron resultaron innumerables. Suciedad, sí, pero dentro de esta, elementos tan desagradables como vómitos, excrementos, orines o tampones usados que se quedaban en portales, fachadas y otros espacios residenciales. Como muestra, el lunes la Policía Local ya registraba unas 200 denuncias.

«Este año se esperaban más afecciones porque se iba a concentrar todo en una sola carpa. En prefiestas ya se veía de todo: Heces, meadas... y el sábado se incrementó un montón», lamenta el miembro de la plataforma de Afectados por el Recinto Ferial de Valdespartera Ismael Viejo, quien detalla que crearon esta iniciativa, que recoge las quejas vecinales en un grupo de Facebook, antes de las fiestas al temer lo que venía. No obstante, considera «injusto» que se ubique la carpa en este barrio y aboga por que se traslade a un lugar en el que no genere afecciones vecinales.

REFUERZOS

Para minimizar el impacto, el ayuntamiento instaló 20 baños portátiles fuera de la carpa, una medida que este vecino evalúa como «probablemente insuficiente», en relación a la afluencia de personas. Igualmente, el consistorio aumentó la vigilancia policial en la zona, una medida que, para Viejo, no logra solventar por completo el vandalismo.

Efectivamente, el ayuntamiento intensificó la presencia de policías en la zona y lanzó mensajes en las redes sociales para fomentar el respeto hacia el espacio público. Igualmente, respecto a la limpieza de entorno, destacaron que el dispositivo funciona «con total normalidad».

Otra iniciativa fue la de coordinarse con las entidades vecinales, de manera que se crearon cauces directos de comunicación para abordar cualquier cuestión durante estos días.

El presidente de la Asociación de Vecinos Montes de Valdespartera, Adolfo Lahoz, también esperaba que este año acudieran muchos jóvenes, al faltar el Párking Norte, y admite que el primer fin de semana «superó las previsiones». No obstante, recalca: «Con el ayuntamiento hemos podido ir solucionando las incidencias». Un trabajo que, sin embargo, no puede atajar todo el problema «al 100%», lo que considera un «imposible». Así, Lahoz agradece la labor de los empleados municipales y afirma que, por ejemplo, el aumento de la presencia policial ha resultado «disuasorio».

Efectivamente, desde el consistorio reconocen que había «incertidumbre» ante lo que podía pasar, al no contar con el recinto del Párking Norte este año.

Así, explican que se concentraron estos días los recursos en Valdespartera y que en otros lugares donde se realizan botellones, como la ribera del Ebro, el impacto ha resultado incluso menor del esperado.

EN EL CENTRO

En las dos márgenes del Ebro, en el área del parque Macanaz, en una, y en las inmediaciones del Club Náutico, en la otra, los botellones no han faltado tampoco a estas fiestas. Sin embargo, en lo que se refiere a la márgen izquierda, parece ser que su impacto ha sido mínimo. «Hasta ayer -por el jueves- no se notó prácticamente nada», señala el presidente de la Asociación de Vecinos del Arrabal, Rafael Tejedor, quien añade que ese día se notó «un poquito» en la zona del parque, junto al puente de Santiago. «Está siendo prácticamente igual que en otros años. Son soportables, lo único, los problemas -que generan- de suciedad , pero no de ruidos o de tránsito», señala.

También se mantiene el impacto, en esta ocasión, en lo que acontece durante todo el año, en el Rollo, una de las zonas de fiesta clásicas de Zaragoza. El presidente de la Asociación de Vecinos La Huerva, Carlos Monge, describe la situación actual como la de cualquier otro fin de semana, aunque con más afección en lo que se refiere a salubridad que se manifiesta, por ejemplo, en el olor a orines en las calles.