Al tiempo que los jóvenes aragoneses se marchan en busca de una vida mejor, los inmigrantes van dejando de venir al no encontrar aquí el trabajo que motiva su llegada. El descenso en uno de los indicadores más fiables del arraigo de extranjeros, la reagrupación familiar, es notable desde que empezó la crisis, según datos de la Delegación del Gobierno. Así, de las 3.347 autorizaciones a este respecto que se produjeron al comienzo de la crisis, en el 2008, hemos llegado a 731 en lo que va de año, mientras que en el 2010 hubo 1.490 peticiones. Es decir, un descenso del 44% en dos años.

Aunque es cierto que la cantidad total, sumando los tres últimos años, no es despreciable. Concretamente son 4.126 los inmigrantes residentes en Aragón que han logrado traer a sus familias a la comunidad para instalarse permanentemente. Entre otros requisitos, la ley establece para ello una residencia mínima acreditada de cinco años en España y unas condiciones económicas básicas para que el solicitante pueda traer a los familiares al país.

Por otro lado, según datos del Ministerio de Trabajo, en los dos últimos años la población de inmigrantes con autorización de residencia en vigor en Aragón se ha mantenido porcentualmente respecto al total de aragoneses --un 3,6% en el 2009 y el 2010--, si bien el número total creció, en paralelo a la población de la comunidad. En el 2009 eran 170.273 los autorizados a residir en Aragón, mientras el año pasado alcanzaron las 179.181 personas. La tendencia, sin embargo, parece apuntar más al éxodo de vuelta a sus países que a la permanencia de los ciudadanos extranjeros.