Las altas temperaturas registradas a principios de junio, junto a incendios como el ocurrido el pasado jueves cerca de María de Huerva, han puesto en el primer plano de la actualidad la nueva campaña contra el fuego, que se abre el próximo 15 de junio y durará hasta principios de septiembre.

De momento, según fuentes sindicales de UGT en Sarga, empresa pública responsable de tareas de protección del medio ambiente, el presupuesto destinado a la prevención y extinción asciende a 21.464.962 euros, «lo que significa la congelación total» respecto de los fondos de la temporada anterior.

Esta situación es consecuencia de que la comunidad ha prorrogado sus cuentas del pasado ejercicio ante la imposibilidad de alcanzar un acuerdo político para dotarla de un nuevo presupuesto el último año de la pasada legislatura.

La plantilla dedicada a las labores de prevención y extinción rondará el millar de trabajadores, si bien en el periodo de máxima activación pueden oscilar entre los 1.400 y los 1.500, con una media de 1.200 personas.

ORDEN INTERNA

Con independencia de otras partidas no incluidas, el presupuesto aparece recogido en una orden interna de la Consejería de Desarrollo Rural y Sostenibilidad, dentro del área de Gestión de los Incendios Forestales y Coordinación.

«Esto supone que la campaña de este año parte de unos datos muy similares a los del año pasado», señaló Angélica Mazo, secretaria del Sector de Servicios de UGT, que indicó que a la vista del dispositivo diseñado por Sarga los efectivos terrestres solo estarán «al completo» desde mayo hasta agosto, ambos meses inclusive.

«El problema se presentará cuando llegue septiembre, pues terminarán muchos contratos», indicó Mazo, que consideró que este año la duración media de la contratación será de ocho meses, «frente a los 10» del 2018.

Los sindicatos del sector forestal llevan años reivindicando que el contrato cubra todo el año, hasta el 31 de diciembre, de forma que los bosques de la comunidad no queden desprotegidos y se puedan acometer labores de limpieza en los montes que sirvan de garantía frente a los incendios.

«El cambio climático supone que el fuego puede iniciarse y propagarse en cualquier época del año, de ahí la importancia de que haya una plantilla suficiente de enero a diciembre», afirmó Antonio Villoro, representante de UGT Forestales. Este año, continuó, no ha sido malo desde el punto de vista de la meteorología. Con todo, Villoro manifestó que la escasez de lluvias y la benignidad del pasado invierno han creado unas condiciones que pueden facilitar los siniestros forestales.

2018, UN AÑO ATÍPICO

Las plantillas helitransportadas son un caso distinto. Están operativas todo el año para actuar en cualquier punto del territorio de la comunidad autónoma. Pero los sindicatos forestales mantienen que el trabajo en tierra es fundamental para extinguir el fuego, «una tarea para la que hacen falta trabajadores con una determinada preparación técnica», según explicó Villoro.

Desde el punto de vista sindical, el hecho de que el año 2018 solo ardieran 214 hectáreas, muy por debajo de la media de la segunda década del siglo XXI, que se sitúa en 475,07 hectáreas, se debe en gran medida a la «rápida» intervención de las brigadas antiincendios. «Gracias a ello, lo que podría haber sido un incendio de grandes dimensiones, queda reducido a un conato o a un fuego pequeño», subrayó el responsable de UGT Forestales.

El rastro de destrucción que dejan los incendios forestales varía mucho de un año a otro, en función de factores como el grado de sequedad o humedad, la dirección y la fuerza del viento, la temperatura y la resistencia de la vegetación (las encinas soportan mejor las llamas que los pinos de repoblación).

En el caso del año 2018, el de menos daños desde que empezó el siglo, desempeñaron un papel fundamental las abundantes lluvias que cayeron en la primavera, que crearon un sustrato de humedad que dificultó la generación y propagación del fuego. Algo que no pasó, por ejemplo, en el 2017, cuando ardieron mil hectáreas.

Con respecto a las causas, según un estudio, las negligencias humanas están detrás del 58% de los incendios, mientras que en un 19% de los casos nunca se llega a determinar el origen de las llamas. Finalmente, un 6,9% se deben a hechos fortuitos, como los rayos de las tormentas y las chispas que saltan de la maquinaria agrícola.