Cuando José Luis Rodríguez Zapatero asumió el liderazgo del PSOE, en septiembre del 2000, introdujo muchos cambios en el partido. Algunos fueron confirmados en sus cargos. María Teresa Fernández de la Vega, que desde las elecciones de marzo ocupaba la secretaría general del grupo socialista en el Congreso, fue una excepción notable.

"María Teresa era el alma del grupo, trabajaba muy duro para mantener el ánimo y la cohesión, y eso lo sabía José Luis", explica un compañero del partido. Eran momentos muy duros para la formación. El PP había ganado las elecciones con mayoría absoluta. El pesimismo cundía en las filas socialistas. La secretaria del grupo intentaba mantener el temple, pero, a medida que transcurría la legislatura, no podía evitar accesos de indignación por la forma en que el Gobierno administraba su victoria.

"Hubo un deterioro de lo que constituye la norma básica de la democracia respecto a la oposición y las minorías", denuncia Fernández de la Vega, que equipara la actitud del PP a la que mantuvo desde la oposición en los últimos años del mandato de Felipe González.

Primeras señales

Al aproximarse las elecciones del 2004, Zapatero comenzó a enviar señales sobre la confianza que le inspiraba la jueza. La sentaba a su lado en numerosos actos políticos. El 29 de noviembre pasado, el líder socialista pronunciaba un discurso sobre Estado y democracia y pidió a Fernández de la Vega que lo acompañara por el pasillo hasta la sala de actos, según recuerda un compañero.

Pocos días antes de la confección de las listas para las elecciones del 14 de marzo, Zapatero ofreció a la jueza ir como número cuatro por Madrid. Fernández de la Vega había ganado su escaño en los comicios anteriores como cabeza de lista por Segovia y no hallaba motivos para el cambio. "Me sentía muy contenta en Segovia, hice muchos amigos allí y es una tierra que amo", dice.

Pero el jefe tenía reservados para ella planes que nadie, ni la propia interesada, podía imaginar. Una de las pocas veces que se ha visto llorar en público a Fernández de la Vega fue en el acto de despedida de sus compañeros segovianos, en el que cerró su discurso con una jota en la que citaba los nombres de varios pueblos de la provincia.

Cuando Zapatero anunció tras las elecciones que la jueza en excedencia sería la número dos del Gobierno, muchos se sorprendieron por la decisión.

El exministro Belloch, no. "Cuando necesité una número dos, escogí lo mejor. José Luis ha hecho lo mismo", constata.