El éxito de Jorge Azcón al recuperar la alcaldía de Zaragoza era el éxito de su gente, de otra bien distinta a la que en los últimos 16 años había poblado el salón de plenos en una cita tan ilustre como la toma de posesión de la nueva corporación. En la de ayer se dejaron ver, sobre todo, muchos compañeros del PP, menos los que darían relumbrón al acto. Ni pudo acudir Teodoro García Egea, número dos de Pablo Casado, agotado por la maratoniana reunión con Vox en Madrid que le tuvo en pie hasta altas horas de la madrugada, ni tampoco el único diputado en el Congreso por Zaragoza, Eloy Suárez. Sí dieron la talla los de Aragón. Salvaron la ausencia del presidente regional Luis María Beamonte, que eligió estar en Tarazona, su número dos en las Cortes, Mar Vaquero, y su número uno en la provincia, Javier Campoy. Y Octavio López, escudero en su ascenso al olimpo municipal.

Más destacada fue la presencia de la exalcaldesa Luisa Fernanda Rudi, la penúltima en sujetar el bastón de mando por el PP (le sucedió José Atarés). En primera fila junto a la escasa representación institucional de otras administraciones aragonesas. Solo Fernando Gimeno, consejero de Hacienda en funciones de la DGA; dos vicepresidentes de las Cortes, el socialista Florencio García Madrigal y el conservador Antonio Suárez; la delegada del Gobierno, Carmen Sánchez, o el Justicia de Aragón, Ángel Dolado, integraban la escueta representación.

Javier Lambán, otro de los ausentes, no coincidió con Daniel Pérez, de Cs, que tenía poco que celebrar con Santiago Morón, de Vox, también allí. De otros partidos solo acudió el coordinador general de IU, Álvaro Sanz. Junto a ellos, representantes del mundo empresarial, como el presidente de CEOE Aragón, Ricardo Mur; el de la Cámara de Comercio, Manuel Teruel, o el dueño de Pikolín, Alfonso Soláns. Este último regresaba a esta citas después de muchos años. Aunque fueron pocos de los que otros llamarían «poderes fácticos» de la ciudad. Tan llamativa fue su ausencia como la del tejido vecinal de la ciudad.

Pero son días de reencuentros, risas o miradas de reojo, y anécdotas. Las tomas de posesión, con 20 juros y 11 prometos, la buena cara de Santisteve, o los nuevos buscando corrillo en un vermut en el que un invitado se enganchó con un mantel y se llevó al suelo todo lo de la mesa. Y fotos, muchas fotos. A Azcón le dio hasta para bajar a la calle a saludar a sus conocidos, pero se encontró con gritos de «fuera, fuera» de una protesta que llevaba allí toda la mañana. «Hala, ya tienes tu bautismo», bromeó Octavio López.