Recién estrenada 'Maixabel' y con el recuerdo de fantásticas narraciones de la historia vasca reciente, como 'Patria', 'Fe de etarras' o 'El negociador', el debutante Manu Gómez aporta ahora la mirada sobre los terribles años 80 en el País Vasco vistos con los ojos de unos críos, hijos de "maquetos".

'Érase una vez en Euskadi', primer largometraje de un cineasta de larga trayectoria en series de televisión, es la fotografía de un verano de cuatro chavales del norte.

Y no de unos niños cualquiera, inventados, irreales. Esta historia es la propia infancia del director, nacido en Mondragón en 1973, cuya frescura consigue desdramatizar los duros momentos por los que atravesaba el país, porque, "si hay una cosa clara en la infancia es ser feliz, divertirte más allá de los problemas que haya a tu alrededor", explica Gómez en una entrevista con Efe.

Hijo de emigrantes andaluces ("maquetos"), Gómez reconoce que el guion contiene recuerdos que había olvidado y que le asaltaron: "Fue toda una experiencia", confiesa el cineasta, feliz de "inmortalizar" a "estos cuatro golfos" nutridos de los amigos del Gómez niño, en una cinta que es también "un homenaje a la amistad y a los sueños rotos, y a las calles que me vieron crecer y donde tan felices fuimos, a pesar de todo", declara.

Año 1982, cuatro chavales se cuentan sus cosas, juegan con las pelotas de goma que la policía ha estado lanzando contra manifestantes proetarras o espían a una vecina cubana, esplendorosa y negra, que tiene enamorado a uno de ellos.

"Ese era el decorado de mi infancia: la insurgencia, las manifestaciones, las sucursales quemadas, los bomberos, las pelotas de goma. Y por supuesto, el sida, que destrozó a los hermanos mayores de los niños que protagonizan la película", resume el vasco.

Hermanos como el melenudo Félix (Jon González), empeñado en "ser y pertenecer" a la tierra donde ha nacido aunque sus padres no hablen euskera, que entiende al incipiente etarra al que interpreta, porque "defiende sus ideas" y se siente "parte de algo muy bonito".

"Bueno, yo lo compuse de esa manera, y luego fíjate, con todo el dolor que produjo, todo un despropósito", comenta González. Porque la cinta, recuerda, también "respira un dolor que ya no está".

Una historia "muy especial"

Asier Flores (el pequeño de 'Dolor y gloria') es el alter ego del director, "el ciclista frustrado", se ríe Gómez, que compitió desde los ocho años "hasta que la evidencia dejó claro que tenía que apartarme; el ciclismo fue y es mi gran pasión".

Como él, el director proviene de una familia granadina, que también vivió "la precariedad de no poder irnos de vacaciones".

"Es que aquí (en el cine español) no se suele contar la inmigración interna, y es importante", apunta la actriz Marian Álvarez, la "madre" del director en la ficción, Carmen.

"Si te pones en su piel, ves cómo intentan vivir en ese lugar por el que parece que pasan un poco como de puntillas, sin meterse en líos, que esas cosas no van con ellos. Que sus problemas son llegar a fin de mes y mejorar sus vidas, que por eso han ido ahí, y a trabajar", reflexiona la madrileña que se expresa en la cinta con perfecto acento granadino.

Tanto ella, como el segoviano Luis Callejo, tuvieron que ensayar mucho para lograr ser convincentes como andaluces, más con la peculiar manera de Granada, nada sencilla, por el empeño del director de "sacarlos de su zona de confort".

A Callejo, 'Érase una vez en Euskadi' le pareció una historia "muy especial, que no estaba contada y era muy genuina". De hecho, Álvarez no había oído el término "maqueto", pero sí vio en el guion que la historia "podía aportar algo diferente a lo que somos, y al conflicto y a todo".

La cinta, que cuenta en el reparto con actores como Vicente Vergara, Pilar Gómez, Vicente Romero, María Isasi, Arón Piper y Josean Bengoetxea, entre otros, llega este viernes a las salas comerciales.