Hace casi cuatro años, Jordi Évole le pasó a Fernando González, Gonzo (Vigo, Pontevedra, 1976), el encargo de ocuparse de 'Salvados' y este invierno celebrará el 15º aniversario de un programa que le habría gustado presentar cuando lo vio por primera vez. Aunque él, a excepción del fallido 'El método Gonzo' (Antena 3), no puede quejarse de su suerte: ha trabajado en espacios tan exitosos como rompedores, como 'Caiga quien caiga' y 'El intermedio' y ahora está al frente de un 'Salvados' que cada vez es menos de Évole y más suyo. Y cuya esencia y razón de ser lucha por mantener. 

Esta es una temporada llena de aniversarios. Han hablado con Mario Conde de los 25 años de su condena y próximamente abordarán el desastre de 'El Prestige', del que se cumplen 20 años. ¿Cómo será?

Miramos hacia atrás desde una mente de actualidad. Ahora hablamos mucho de las fake news, y lo de El Prestige fueron tres meses de fake news por parte del Gobierno a un nivel brutal. Y luego escuchamos a los protagonistas. No solo al percebeiro y a la mariscadora, a quienes les jodieron la vida; también a un representante que estuvo en el banquillo de los acusados, al señor que tomó la decisión de dejar el barco, a una persona que trabajaba para él y le dijo que eso era una locura, a los marineros... Y hay un sorpresón: en un momento del programa alguien importante muere y nos dio por buscar el muerto e hicimos dos programas. Creo que va a sorprender. Luego lo hemos cuidado mucho a nivel de formato, con una gran cantidad de personajes hablando, y cada párrafo lo cuenta un protagonista. Cuando lo ves, impresiona bastante.

Y luego está el 15º aniversario de 'Salvados'. ¿Dónde estaba usted entonces? ¿Presentando el programa de Antena 3 El método Gonzo?

Si era el año 2008, sí. O igual no, porque solo estuve dos meses en ese programa, en verano, con lo que no coincidió con el estreno de 'Salvados por la campaña', que fue en invierno. Pero estaría metido en el reportaje que me dejó hacer la cadena para que no me aburriese en casa. 

¿Y recuerda qué le pareció?

Sí, porque se lo dije a Jordi Évole. Recuerdo que había muchos elementos similares al Caiga quien caiga. Y también recuerdo la sensación de decir: "¡Qué envidia! Y este lo puede hacer durante una hora". Porque en 'Caiga quien caiga' esa sección duraba solo siete minutos. Luego fue 'Salvados por la Iglesia'. Y pensé: ¡estos tíos son buenísimos!

Y quién le iba a decir que 15 años después iba a estar ahí celebrando la efemérides con el equipo.

Quién me lo iba a decir hace casi cuatro años, sin ir más lejos. Bueno, quién me lo iba a decir el día anterior a que me llamase Évole. Y quién me iba a decir que iba a trabajar en televisión. Y quién me iba a decir que iba a hacer el 'Caiga quien caiga'. Y quién me iba a decir que Antena 3 me iba a confiar la franja de la sobremesa. Y quién me iba a decir que acabaría trabajando con Wyoming en 'El intermedio'. Ahora, porque me he acostumbrado, pero cuando me pongo a pensar, me digo: ¡madre mía! Lo que hay que hacer es no regocijarse en la suerte que tiene uno y aprovecharlo.

Contento, entonces, con el encargo que le hizo Évole, ¿cierto?

¡Cómo no voy a estarlo! ¡Qué mejor programa podría hacer alguien como yo! Tengo la inmensa suerte de que llevo muchos años viviendo de la tele siendo muy poquita cosa. Yo sé hacer lo que sé hacer. Pero he hecho 'Caiga quien caiga', 'El intermedio' y 'Salvados'. Eso es tener mucha suerte. Porque estás en un programa que sabes que funciona. Y estás con lo mejor de lo mejor de la tele, del periodismo... Lo que he aprendido en estos años ha sido brutal. 

Una buena escuela, sí.

Cuando me propusieron hacer otra cosa que no era lo mío y acepté, pasó lo que pasó. He tenido suerte que me han llevado siempre los mejores. Es un cambio muy potente, porque yo siempre había sido un reportero. Como dice Wyoming, un subalterno. Y pasar a ser presentador y director, ese es probablemente el cambio más grande. El primer año te da vértigo; el segundo, también. Pero una vez estás acostumbrando, te das cuenta de que es una oportunidad brutal. Como para no flipar. 

Antes, era el 'Salvados' de Évole. Ahora ya es el 'Salvados' de Gonzo. ¿Ha superado las comparaciones? 

Las comparaciones siempre están y no puedes hacer nada. Fui consciente que me iba a poner los zapatos de otra persona. Unos zapatos que ya tenían su horma. Pero merece la pena pasar un año, o dos, sufriendo las comparaciones para luego disfrutar del tercero, del cuarto, espero que del quinto, del sexto... Y mirar para atrás y decir: a lo mejor, fueron años complicados, pero realmente merecieron la pena.

¿Hasta qué punto le preocupan las audiencias? 

Eso es normal. Es el dato que tienes para ver si tu programa funciona. Pero me preocuparía más que por las audiencias 'Salvados' dejase de ser reconocible. Que dejase de ser 'Salvados'. El año pasado llegó al 9% de cuota, con lo que ves que sigue gustando a más de un millón de espectadores que se ponen frente a la tele. Y eso con la competencia que hay ahora. La audiencia te preocupa, pero relativamente. A no ser que hubiera un dato que no fuera muy bueno y sí que te vienes abajo.

Pero como eso no ha pasado...

No. Pero la primera convicción que tengo es que esto no nos haga cambiar. Como diría el general Caster, moriremos con las botas puestas. No es la situación. En el caso de 'Salvados', primero llegó el contenido y luego la audiencia. El camino está claro. Y si no es este domingo, será el siguiente. Pero no siempre depende de lo que ofertas, sino de lo que le interese a la gente, de lo que tenga en la cabeza la sociedad o la opinión pública. Lo que tienes que hacer es saber leer esos momentos. Pero lo que no podemos hacer es renunciar a lo que hacemos, porque entonces renuncias al público que siempre te ve, y ahí lo matamos.