Ayer comenzaron en la Universidad de Zaragoza los debates para reformar sus Estatutos, necesarios pero enormemente preocupantes. Como el asunto dará mucho de sí, hoy no entro en materia, sino que prefiero hablar del profesorado, de los cerca de setecientos trabajadores de la docencia y la investigación, casi un tercio del total de personal docente e investigador que alberga el Alma Mater, siempre insuficiente. Si estas mujeres y hombres llevan años dedicando lo mejor de su inteligencia y salud (¿qué sueldos cobran?) a la universidad, ¿cómo es posible que ahora estén a punto de irse a la calle? Tal conflicto en la GM, pararía la cadena de montaje y todos a sudar. Pero en lo nuestro nunca pasa nada, aunque a muchos se les llene la boca con la palabra "excelencia", como si fuera producto del genio aislado y diletante. Ya sé que tanto DGA como MEC tienen su parte de responsabilidad, en cualquier caso compartida por todos nosotros, querido Pétriz. ¿No podríamos entrar con fuerza, elegancia y justicia en el asunto del contrato laboral? Acaso cabría en el marco estatutario. Mas, de cualquier modo y a expensas de lo que acuerden quienes se representan a sí mismos y a unos cientos de votos, no es de recibo que, brillantes muchos y esforzados en proceso de formación otros, trabajadores de la ciencia y la docencia, algunos ya fermentados y otros exprimiendo lo mejor de sí mismos para serlo, no merezcan el apoyo que la razón y el sentido común exige. Vuelvo a la excelencia y pregunto: ¿cómo se digiere si sajamos a quienes tienen mil razones para que un día sea real?

*Profesor de Universidad