Han cerrado un periódico en el País Vasco, el único en euskera, lengua que hablan gentes de ese territorio. No parece que el cierre se deba a su peculiar forma de expresión y por supuesto que resulta lamentable la sanción contra cualquier medio informativo, auténticos cauces para el ejercicio de una libertad de expresión imprescindible. Sin embargo, estamos ante un caso singular: ¿se cierra un periódico o un instrumento al servicio del terrorismo? Cuestión a elucidar con la máxima urgencia, porque los daños del cierre son irreparables y si los jueces decidieran la inconveniencia del mismo, estaríamos ante un asunto muy grave que conculcaría por una parte legítimos intereses empresariales y, por otro, el derecho a la información plural de los ciudadanos. Por ello, la Justicia debe resolver cuanto antes. Pero la cosa cambia si con pruebas se demuestra que era una tapadera de ETA. En tal caso, conscientes de que no se condenan las ideas y su libre expresión, sino la delincuencia, habrá nombres concretos que deberán rendir cuentas. Nuevas personas, honradas y respetuosas con la legalidad, deberían ponerse al frente de Egunkaria, porque no puede morir un diario.

*Profesor de Universidad