El incendio, en la madrugada del sábado, en el edificio Rubí de Zaragoza es una llamada de atención sobre las medidas de seguridad en los grandes inmuebles. Al margen de las causas que provocaron el fuego --ha quedado probado que fue un cortocircuito, pero se investiga si hubo causa externa-- los vecinos han comprobado la vulnerabilidad de un edificio que no se ajusta a la actual normativa zaragozana contra el fuego, que es posterior a la construcción de la casa. Los bomberos tuvieron dificultades para acceder al inmueble dadas las características de la urbanización, no disponían de columnas secas y tampoco había escalera de emergencia, por lo que en momentos el edificio pudo convertirse en una auténtica ratonera para los vecinos. Es lógico que la primera medida de los afectados sea adaptar los sistemas de seguridad de su casa a la normativa urbanística, un proceso que debería ser extensivo a los todos los grandes edificios.