Hay españoles con verdadera mala suerte. Por ejemplo, un ceutí retenido desde hace mas de dos años por los Estados Unidos de América en la base militar de Guantánamo (Cuba) no como prisionero de guerra a raíz de la invasión y ocupación de Afganistán, sino como "prisionero enemigo", al no llevar uniforme de ejército regular. Junto con otros 650 presos más, incluidos tres menores de edad, de entre 13 y 16 años, ese español malvive en situación de indefensión, sin derechos ni garantías de ningún tipo, en una jaula de cuatro metros cuadrados y en condiciones infrahumanas. No obstante, de momento no ha intentado suicidarse para escapar de aquel infierno, como han hecho ya 32 presos. Pues bien, siendo español, ¿cómo es que el Gobierno español apenas ha movido un dedo para liberarlo o, al menos, clarificar su situación personal y jurídica? La respuesta es sencilla: se llama Hamed Abderraham Ahmed.

HAMED ES español y la Constitución española le incluye plenamente en los derechos y libertades fundamentales, por ejemplo, la tutela efectiva de los jueces y tribunales, la presunción de inocencia, la defensa y asistencia de letrado, el conocimiento de la acusación formulada contra el detenido o un proceso sin dilaciones y con garantías. Sin embargo, para Hamed y el resto de los presos no rige ninguna ley internacional, ni siquiera, al estar en un campo de concentración norteamericano, la Constitución estadounidense ni algún tratado sobre derechos humanos suscrito por el país de sus guardianes. Para colmo, ya se ha proyectado un pabellón de ejecuciones anejo al campo de concentración, por si, una vez que sean juzgados por un tribunal militar, resulten algunos condenados a muerte. Hamed es español y la Constitución española proclama que todos los españoles somos iguales ante la ley, pero ya Orwell escribió que en la granja de la vida real unos son más iguales que otros. Para el gobierno de Bush, los 650 presos de Guantánamo sólo son una excepción de la regla de la igualdad universal de los seres humanos. Quizá por eso reciban desde hace más de dos años un trato tan infrahumano.

Próximas ya las elecciones, los partidos políticos ya están en plena carrera de prometer todo, por muy inverosímil o imposible que fuere, a fin de seducir al votante indeciso. Sin embargo, nadie habla de Ahmed, pues con ese nombre el discurso tendría poco gancho entre el electorado. Hay españoles, sí, con verdadera mala suerte. Por ejemplo, Hamed Abderraham Ahmed, que es moro. Por eso dejarlo tirado en Guantánamo se nota mucho menos que si se apellidara Martínez, Pérez o Gómez. Incluso alguno diría, sin más información y preámbulos, que con un nombre tan sospechoso, algo habrá hecho Hamed para estar donde está y como está.

SORPRENDE que el Gobierno español haya alardeado tanto de los valores patrios, las banderas, los desfiles y los sentimientos nacionales, de la misma forma que ha tachado de antipatriotas a cuantos no coinciden con su visión del país, pero al mismo tiempo no haya movido un solo dedo por un ciudadano español. Sorprende y duele porque la Patria, además del islote de Perejil, está formada por todos sus ciudadanos, incluido Hamed, por mucho que la Administración Bush haya resuelto confinarlo en un agujero como a un guiñapo junto a otros 600 guiñapos. Los héroes de la Patria de Aznar son gente como Don Pelayo y Bufalo Bill, pero ya le resulta más complicado colocar, por ejemplo, el Califato de Córdoba. ¿Son Ahmed y los moros ciudadanos de segunda en su Patria?

Hamed tiene los mismos derechos fundamentales que los otros 650 presos, de 42 nacionalidades distintas. Muchos de ello serán fundamentalistas o talibanes, sí, pero mientras no se los declare culpables de algún delito (para lo que previamente se los debe acusar y juzgar), tenerlos confinados de forma tan execrable en Guantánamo constituye un atentado contra los tratados internacionales básicos que definen los derechos fundamentales de las personas. Sin olvidar además que ha habido y sigue habiendo fundamentalistas españoles exaltados y admirados. Por ejemplo, antaño, los voluntarios de la División Azul, y ahora tantos que pululan ahora por los despachos ministeriales con las directrices precisas de su Director Espiritual. Por cierto, ¿habrán hablado Aznar y Bush alguna vez sobre Hamed? ¿Habrá preguntado algo Juan Pablo II sobre los presos de Guantánamo en la audiencia concedida recientemente a la familia Aznar?

*Profesor de Filosofía