Síguenos en redes sociales:

IMPUESTOS

Si se suma el precio de las promesas electorales, (Rajoy está que flipa) no hay quien lo pague. Tampoco, por supuesto, los Presupuestos Generales del Estado. Ni aunque se dedique a ello el vergonzante derroche del trasvase y otras locuras hidráulicas del personal que aún gobierna. Los que creemos en lo público situamos la diferencia entre un estado y un estado progresista y democrático en la educación, la salud (no solo sanidad) y la vivienda, que la ciudadanía debe gozar como un derecho compartido e inapelable. No es nuestro caso, ahora que lo moderno y pepero es privatizar. Reivindicar servicios universales, desde el cole hasta la banda ancha, es invocar la caja pública. Y prometer melonadas en campaña y soñar con reducir los impuestos, no tiene que ver con la gestión, sino con la mentira. Altos funcionarios de Hacienda han reconocido que sólo se investiga a los que pagan como se debe y que las grandes fortunas son intocables. Bajar los impuestos es una falacia y una renuncia al bienestar colectivo. Por mi, que los suban, según la capacidad económica de la gente, y que repartan las perras de la guerra, los pantanos y los curas, para las cosas de verdad importantes.

*Periodista

Pulsa para ver más contenido para ti