El hombre moderno va con un móvil a cada lado, y otro en el bolsillo de pecho, como un pistolero sin balas, lanzando smss, fotos y porcentajes. La expresión más repetida, incluso cuando la cobertura es perfecta, es : "¿me oyes bien?". El macho moderno va con ese peso en las caderas, como un Clint Eastwood o un Billy el Niño , buscándose la judía mientras conduce y grita bajo la lluvia. El hombre moderno va con un cuchillo jamonero y una lata de gasolina a prenderle fuego a la casa de su ex. En la era de Puerto Hurraco, no hay polis para tanto atrabiliario.

En Aragón las parejas de gays y lesbianas ya van a poder adoptar hijos. Ha habido una trifulca de viernes en las Cortes, ya que en lo fundamental todos están de acuerdo tratan de discutir por lo accesorio, por hacer juegos florales y oratoria. Lo de la adopción, aparte de normal, hay que verlo como un arma más en la competencia deslocalizante: cuanto más amable sea un territorio, cuanto mejor se viva (sin amuermarse), más ventajas y más atractivos ante China y otras insurgencias. A como se está poniendo la hora deslocalizada sólo nos queda competir con la civilización, que es lo que asienta los mercados. Competir con la civilización: no torturar (ejem), las famosas libertades, que puedan adoptar y besarse parejas formadas por personas, no matar, no invadir países al buen tun tun... esas cosas.

Las Cortes de Aragón, como explicaba ayer Conrad Blásquiz, están con poca actividad. Tal es el muermo que para una cosa que emprenden con el acuerdo de todos los grupos --lo de la tele autonómica-- ni se leen su propio reglamento.

Lo mejor es que AENA dice va a poner en marcha el aeropuerto. Los viernes siempre nos ponemos todos un poco más pesados, se acumula la angustia y las tareas imposibles y queremos hacerlo todo de golpe, cerrar la semana para poder olvidarla grabada en un dvd + iva e ir al Alcampo a comprar unos guantes de goma o un cable de datos. AENA, como la CHE, ha sido un organismo contra Aragón. Sin que Aragón les haya hecho nada jamás a esos entes, ha sufrido en silencio sus hemorroides. Sólo con que cambiaran de verdad esos dos grandes perjudicadores de oficio, el salto sería inimaginable. Por esa tradición, por esa estadística tan asentada desde Felipe II, hemos de desconfiar de las declaraciones y esperar a que se plasme en el BOE.

*Periodista y escritor