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AMAR EN EL PARQUE

Todo sube, la barra de pan, los tomates, el agua enlatada en plásticos (perdón por la aparente sinrazón), el fruto nuestro de cada día, mañana los taxis y ya en puertas el esquilme municipal. Nos atosigan, porque céntimo a céntimo el peligroso y pequeñito euro se escapa de nuestra sudorosas fatigas cotidianas. Aquí te suben los precios como quieren, sin ton ni son, y una faria que cuesta sesenta en el estanco vale noventa en el garito de al lado (veinte metros de distancia). No pasa nada, porque los sueldos aumentan una mierdecilla a finales de año, y todos tan contentos. Afortunadamente quedan espacios gratuitos, donde suda el cuerpo y nadie trata de vaciarte el bolsillo, como el Parque Grande, pura porquería repleto de detritus, plantas muriendo, latas y plásticos en cada paso que das. No te cobran la entrada, y con imaginación y amor, pues hasta puedes gozar amando al ser querido. No cuesta dinero y el bolsillo se llena de encanto y pasión. Muy pronto, sin duda, cobrarán entrada y feneceráel encanto, livianos ciudadanos cuyos bolsillos saben a perra gorda, un céntimo, dos , un euro, suben los precios, salvo los del amor, de los enamorados.

*Profesor universitario

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