Quienes están diseñando las tácticas que usa la Policía local en su conflicto o están mal aconsejados o no saben muy bien lo que hacen. Porque han puesto en juego procedimientos que por sí mismos desprestigian a quienes los usan y pueden terminar convirtiéndose en un bumerán que socave la autoridad y el prestigio de un cuerpo que tiene encomendada la defensa de leyes y normas. Es increíble que algunos sindicatos policiales hayan desencadenado protestas formalmente improcedentes y estén fomentando una actividad sancionadora que sube o baja según conviene. Tal circunstancia echa por tierra y desprestigia el trabajo que realizan los agentes municipales e incluso, por qué no decirlo, fomenta la sospechas sobre si, a la hora de denunciar, no pueden usarse el cualquier momento los mismos trucos que ahora para presionar o descomprimir según interese. Esta situación, cada vez más descabellada, no es buena para nadie.