Que hay vida turística en Aragón además de la nieve es un hecho. Otras zonas reúnen interesantes atractivos naturales, artísticos o patrimoniales. La lástima es que aún hay comarcas que no trabajan en la excelencia. El testimonio de Ramiro Grau es elocuente. Denuncia que en una visita a la catedral de Roda en el macropuente pudieron comprobar cómo el agua entraba a chorro en el claustro y en el propio edificio. Y me pregunto yo: ¿Forman parte estas deficiencias del espíritu Aragón 2008 que embarga a la DGA? Si queremos mostrarnos al mundo hay que proteger al menos nuestros iconos. Y Roda lo es.