Hay muchas clases de dudas y entre ellas, la más razonable es la duda metódica, esa que se produce por el deseo de indagar las proposiciones cuya certeza querríamos probar, convencidos de que es posible seguir un camino viable, firme y dotado de coherencia, incluso en la política.

Sería sorprendente que un partido, "cualquier partido", entrecomillo, decidiera poner a examen su propia ideología y, menos aún, las diferencias entre su dogma y su praxis fácilmente visibles, entre lo que predica como doctrina propia y lo que practica; la comparación acreditaría muchas diferencias y escasas analogías.

"Cualquier partido" se resistiría a esa prueba, se escondería en una duda sistemática y, por tanto, escéptica, que "negando la mayor" esto es, la posibilidad de certeza y, quizá menos, de desearla, se emboscaría en un amasijo de opiniones disuasorias, porque las mismas personas que ejerzan de responsables políticos se excusarían de indagar la verdad y recordarían los famosos versos: "si quieres ser feliz como me dices, no analices muchacho, no analices".

En la política que se ejerce de esas maneras, lo principal consiste en dar esquinazo a verdades elementales, regatear los propios principios y fundarlo casi todo en el utilitarismo y eso, pensando más en el interés del dirigente que en ideario alguno. Para indagar el rumbo a seguir, ahora que se acercan nuevas elecciones, lo que los partidos ponderan más son las circunstancias y lo que menos o nada, cual sería la respuesta adecuada a su pensamiento teórico, que todo partido debería dar, en vez de explicaciones que solo son falacias.

Tengo por seguro que las dudas del PAR no son cartesianas precisamente, ni tampoco ideológicas, sino del género maniobrero; debe estar preguntándose quién va a ganar las próximas elecciones y en qué medida necesitaría luego, los escaños que el PAR apañe y de eso dependerá cuanto decidan; el PAR, por ejemplo, aspiraba a ser el "partido general de los aragoneses" y ahora, parece resignado a ser el subalterno del partido que gane.

La picaresca de aprovechar la ocasión, después y no antes de las elecciones, se parece algo a la de los descuideros y exige por lo mismo, libertad de maniobra, nada de compromisos previos y reducir los escrúpulos a los indispensables para que no sean nunca, escrúpulos por razón de principios tan ajenos a la libérrima libertad de conciencia y también, a la libertad de empleo...

Un gran poeta que se sentía comunista aunque solo era poeta, ensalzó a ese partido, que decía suyo, porque le había dado la fraternidad hacia el que no conocía, porque le había agregado a la fuerza de todos los que viven y a la libertad de la que no goza el solitario, porque le enseñó la rectitud que necesita el árbol, porque le hizo construir sobre la realidad como sobre una roca y ser adversario del malvado..., porque le permitió ver la claridad del mundo y la posibilidad de la alegría, etc.; preciosos versos, sí, pero ¿quedan partidos de esos?

Sin entrar en otras diferencias que existen entre el materialismo (de "cualquier partido", insisto) y su ideología, ¿era real lo que el poeta escribió o era solo ensoñación? No me atrevo a contestar pero lamento que el mundillo (más que mundo) de los partidos políticos haya descendido tanto de nivel y que emanen desconfianzas tan razonables como las que en España notamos todos y no excuso al partido que ayudé a fundar y del que ahora soy a la fuerza, excedente voluntario.

Opino, solo opino, que un partido democrático necesita además de los elementos propios de una oficina gestora, una mínima filosofía perdurable aunque revisable, algún acento poético de los que en nuestro caso propician Aragón, España y hasta Europa y un liderazgo con autoridad más que autoritario. Un partido, además, no puede pasar de "ser" como digan sus normas fundacionales a "ser de cualquier manera" ni "vestirse del color que se le antoja".Tampoco es inteligible que del verso, siempre algo ideal, pase al más puro pragmatismo y del espíritu vivo a la letra muerta.

Si en un partido ya apenas importa el pensamiento y el hombre político se torna en mercader de votos, ¿qué queda en pie y "qué será, será" de todo lo propuesto y justamente soñado otrora, claro, no ahora?