Nadie duda de que dos más dos son cuatro, de la rotación de la Tierra o del poder del átomo; sin embargo, como dice la escritora Adela Rubio, "toda insistencia es poca" a la hora de recalcar el "carácter y esencia aragoneses" de la Corona de Aragón y sus reyes. Pasa el tiempo y el absurdo y torticero concepto de la corona catalanoaragonesa continúa con su expansión, empujado casi siempre por (ir)responsables políticos dispuestos a retorcer (estrangular) la historia en favor de sus intereses.

La propia DGA, por un reciente y unánime mandato de las Cortes de Aragón, ha de vigilar desde ya que el material en los centros educativos de la comunidad no incluya errores sobre la Corona de Aragón, incluso con la creación de una web de permanente actualización que canalizará los fallos.

Superada la vergüenza ajena que produce que a estas alturas haya que diseñar una estrategia defensiva institucional para proteger lo obvio, la Consejería de Educación debería comenzar por recomendar que en todos los colegios de la comunidad se lean libros como el recién publicado por José Luis Corral (La Corona de Aragón, manipulación, mito e historia), donde ya no solo se vuelven a detallar los acontecimientos esenciales e irrefutables, sino que además se desenmascaran las patrañas y mentiras que se cacarean en otros ámbitos, muchos de ellos oficiales. Por supuesto, sería perfecto que más de un ejemplar llegara también a las escuelas catalanas.

Nunca faltarán argumentos para apuntalar cualquier posición, pero la necesidad de sacarse de la chistera un pasado que no fue para diseñar un futuro que ya veremos lleva a muchos a manipular y desnaturalizar hasta el paroxismo las consecuencias políticas, sociales, económicas e históricas de la unión de un reino (Aragón) y un condado (Barcelona), mediante el enlace de Petronila y Ramón Berenguer IV en el siglo XII.

Dado que la frase los nacionalismos se curan viajando se diluyó cuando la desmontó en su blog el genial periodista y escritor jaqués Juan Gavasa (ahora afincado en Canadá), uno siempre puede desenterrar otra de esas obviedades reconvertibles en consejo: la estupidez se cura leyendo. Periodista