Eso es, que no te engañen: adelgazar nunca es fácil. Así lo afirma Juan Revenga en un libro en el que, además de poner en entredicho las denominadas dietas milagrosas, denuncia los abusos y falsedades en los que suele incurrir la divulgación de muchos productos, ocasionalmente incluso peligrosos para la salud. Cada primavera, algunos hombres y muchísimas mujeres se enfrascan en la dura tarea de borrar esos kilitos de más acumulados durante el invierno, en franca respuesta al imperativo social de mantener una figura estilizada y presuntamente joven. Son víctima fácil de dudosos procedimientos, avalados por una industria que obtiene cuantiosos ingresos merced a una falaz necesidad certificada por los dictados de una moda no menos artificiosa. El problema real reside en que la obesidad es también un grave problema de salud, pero su solución exige un profundo cambio de hábitos y una tenacidad fuera del alcance de muchas personas. De otra forma, no habría tantos obesos, ni tampoco existiría ese diluvio de métodos, productos y remedios milagrosos que acechan desde todos los frentes. ¿Por qué el etiquetado de tantos productos alimenticios presume de complementos minerales y vitamínicos que serían totalmente innecesarios con una dieta normal? ¿Por qué menospreciamos una alimentación basada esencialmente en productos locales y de temporada? ¿Por qué no aceptamos de una vez los preceptos de una nutrición sana? Mientras en los países subdesarrollados miles de niños siguen muriendo de hambre, en nuestra civilizada sociedad derrochamos alimentos, caemos en la bulimia y en la anorexia, y nos volvemos locos por recuperar un peso que nunca deberíamos haber perdido.

*Escritora