La idea de que el centro político es el lugar donde se ganan las elecciones se ha basado siempre en la existencia de una clase media consolidada y moderada. Pero desde la crisis y su posterior (pésima) gestión, en nuestro país tres millones de personas han perdido esa condición social y la consecuencia es clara: ese lugar virtual, y quizás tibio, ha perdido su valor.

De hecho, en la práctica, ahora mismo solo hay claras dos posiciones. Por un lado, el discurso macroeconómico oficial que presume y se felicita de un crecimiento continuado cercano al 3% con un trucado informe sobre aumento del gasto social. Y por otro, los datos paralelos que nos colocan como el país donde más ha aumentado la desigualdad social en la UE, tras Chipre, con el 29,2% de personas en riesgo de exclusión, según Eurostat, y las escalofriantes cifras de cómo se dispara la pobreza infantil (el futuro) que aporta la organización Save the Children. Sumaremos a todo ello (conteniendo la náusea, claro) que España es el país donde más aumentó el número de ricos en el 2015.

Mientras, la Europa oficial y oficialista que ahora se tambalea con el brexit como punta del iceberg que se avecina, ve cómo los llamados euroesceptismos y populismos atraviesan generaciones y clases sociales para plasmar la falta de eficacia política de los dirigentes. Su alarmismo solo retrata su incompetencia y la falta de argumentos convincentes. Incluso el modelo impuesto de austeridad salvajemente neoliberal se ve ahora contestado por 177 economistas de diferentes procedencias ideológicas, e incluso la OCDE ha pedido más gasto público para crecer frente a la obsesión de Merkel (o de su ministro Schäuble) por el férreo cinturón del déficit.

Bruselas se enroca en un pétreo modelo económico (escasamente político) para multinacionales, incuestionable e inamovible, pero la fuerza de la democracia se basa justo en lo contrario: participación, debate, dinamismo y continua adaptación e integración. No hay camino del medio y sí dos visiones de la sociedad y el futuro. Esta noche, los votos se transforman en razones. Se acabaron las excusas. Será lo uno o lo otro. España o los españoles. Periodista