A Oriol Pujol acaban de concederle el tercer grado. Seguirá cumpliendo condena pero sin el engorro de estar en la cárcel, solo durmiendo en un centro habilitado para estos cometidos. Esta noticia me ha indignado. Expresa bien a las claras la putrefacción a la que ha llegado la Generalitat de Cataluña. Más allá de lo que sabemos de los turbios negocios de la familia Pujol, de Jordi, el patriarca, mientras no haya condena deberemos seguir pensando en ellos como presuntos delincuentes. Pero no a Oriol, este está condenado por robar y en un plazo brevísimo lo dejan en semilibertad, sin cumplir el mínimo que cualquier otro ladrón necesitaría para ello.

Algún lector se preguntará: ¿a qué viene esto del hijo de Jordi Pujol en un artículo sobre Vox? Pues a lo siguiente: conozco a personas que han votado siempre al padre del ladrón ya condenado y que siguen defendiendo ideas filoindependentistas. No conozco a ningún secesionista pero me consta que hay catedráticos, filósofos, escritores, personas con estudios y a otros que consideramos inteligentes que se declaran así. Es incomprensible, para mí, pero los hay. Pues lo mismo me pasa con Vox, conozco a personas con estudios y presuntamente inteligentes que van a votar a este partido. No soy capaz de entenderlo pero los hay. Incluso tengo amigos que, sospecho, lo harán. Y conozco, creo que bien, al general Alberto Asarta, candidato de este partido por la provincia de Castellón. Es un militar ejemplar, con una carrera extraordinaria y que ha cumplido siempre de forma sobresaliente con sus obligaciones castrenses. Nunca ha desobedecido una orden y ha llegado a estar bajo fuego enemigo, defendiendo una causa que no era la suya, ni la nuestra, pero a donde le enviaron sus mandos cumpliendo órdenes del Gobierno. Y lo hizo con honor, y fue condecorado por ello con la Medalla Militar con distintivo rojo. No sé si puedo llegar a afirmar que somos amigos, pero sé como piensa y lo que hablamos en su día sobre la retirada de la estatua del general Franco de la Academia General Militar. Ya que le tengo un gran respeto solo diré que espero que no salga elegido. El aprecio personal no está reñido con la más absoluta discrepancia política.

Llevo años oyendo, a vosotros también, que una de las lacras de España son sus políticos, que, en su mayoría, no tienen donde caerse muertos, sin oficio ni beneficio, y que, cuando ya están dentro, no hacen más que tomar decisiones que les perpetúen en diferentes cargos, hasta la edad de jubilación. Pues resulta que Santiago Abascal es un perfecto ejemplo de ello. Concejal, parlamentario regional, dirigente «a dedo» de la Comunidad de Madrid, a sueldo de Esperanza Aguirre en una fundación de la que solo sabemos lo que ganó el vasco y que, tal vez en un futuro incierto, sepamos lo que este le dio a ella. Ha vivido de las mamandurrias toda su vida. ¿No es eso lo que criticamos tan duramente?

¿Y los personajes que lo rodean? Un juez separado de la carrera por el peor de los delitos que puede cometer un miembro de la carrera judicial: dictar una resolución injusta a sabiendas. O el pederasta y captador de pornografía infantil. Y ese genio de la oratoria que acaba de llamar «buscadores de huesos» a quienes siguen buscando a sus antepasados en las cunetas, un enfermo de odio al que no me atrevo a calificar mejor.

Vayamos a las ideas. Se definen como antifeministas y quienes les van a apoyar, algunos, entre los que cuento a mis presuntos amigos, están casados con mujeres universitarias que están desarrollando su profesión. Y tienen hijas que, con una beca Erasmus, han estudiado en el extranjero, al amparo de la UE (esa organización de la que Vox quiere sacarnos) y que serán, seguro, brillantes profesionales. Estos futuros votantes de ese partido, ¿quieren devolverlas a la cocina y al exclusivo criado de niños? Y de las armas, ¿qué decir? Todas las estadísticas afirman que a más armas, más asesinatos. En Centroamérica, México, EEUU, son líderes en circulación libre de armas y en muertes violentas todos los años. En Europa, con apenas armas en manos de los ciudadanos, menos muertes violentas. Sin comentarios.

Sí, ya sé, la unidad de España, vuestra obsesión. ¿De verdad creéis que estamos en peligro de secesión? Que hay un conflicto es evidente, pero de ahí a la quiebra del Estado va un trecho. Ni muchos catalanes, más de la mitad, muchos más, ni la gran mayoría del resto de los españoles estamos en esa tesitura. Hemos soportado casi mil asesinados por ETA y resistiremos esta intentona, siempre con respeto a la legalidad. Unidad, claro que sí, pero no a cualquier precio. ¿Habrá que recordar aquello de la paz de los cementerios? ¿Es esa la unidad que queremos? Unidad no es lo mismo que uniformidad y la España constitucional ha demostrado ser un éxito en estos últimos 40 años. Lo que hay que hacer es mejorar el modelo territorial, pero no acabar con él.

*Militar. Profesor universitario. Escritor