La democracia española se desenvuelve en función de tres ejes básicos: izquierda/derecha, centro/periferias y Constitución/terror. Al menos, así lo ve el historiador y sociólogo Emmanuel Rodríguez. Coordenadas en las que se han ido basando los discursos y especialmente las posiciones electorales de unas formaciones políticas que se centran por encima de todo en su propio ámbito orgánico, y no en el interés general, digan lo que digan, algo que desde luego no han resuelto ni las primarias ni las consultas aparentes a las militancias.

Con la irrupción de más partidos no solo no se ha encontrado la transversalidad que pretendía ese Podemos aún conectado con el 15-M (o al menos el del primer Errejón), y mucho menos la superación de la dualidad izquierda/derecha a la que aspiraba ese Ciudadanos de Rivera, vía liberal en lo económico a favor de la corriente global y sin mochilas ideológicas que lastraran, creando un lobi o una empresa que ha acabado en ERE más que un partido. Los naranjas, eso sí, tuvieron sus oportunidades y las tiraron por la borda. Su discurso nacionalista español pudo favorecer su proyección desde Cataluña, pero su encono en buscar al abrigo del PP la supervivencia y el arraigo que nunca han tenido les ha dejado sin aire para respirar. Tampoco parece que les haya ayudado mucho su empeño injustificado en llamar «constitucionalista», por oposición, a un frente que excluye a PSOE y Podemos.

En cualquier caso, más allá de las diferentes corrientes que tradicionalmente tensionan la vida interna de cada partido, es especialmente notorio el nivel actual de disensiones, desde el propio Ciudadanos, vía Igea, y las cada vez más latentes del PP, hasta la manera de gestionar las suyas en el PSOE. El penúltimo ejemplo en este caso lo tenemos muy cercano, con el nombramiento de Pilar Alegría como delegada del Gobierno en Aragón a espaldas de Javier Lambán. Punto ganador (momentáneo) que se ha anotado un Pedro Sánchez al que se le supone ya preparado para recibir la contraofensiva de su (no)barón aragonés, en esa contienda a abrazo limpio que se traen ambos. Lambán volverá a la carga, seguro, aunque solo sea Torra mediante.

Y luego está Chunta, formación dispuesta a poner también su granito de arena en las proverbiales escisiones de la izquierda. Parece mentira que allí donde más se defiende lo colectivo sea donde más se desgajan los proyectos (casi) unipersonales. H *Periodista