Cuando la esperanza de la vacuna se abre paso para permitirnos soñar con un 2021 parecido a la realidad que confinamos el 15 de marzo, otro virus más peligroso, más injusto y selectivo inunda ya toda la sociedad. La desigualdad ha encontrado en el covid-19 el ecosistema perfecto para su crecimiento y desarrollo, aumentado brechas y dibujando abismos sociales. Una realidad en la que hoy, Día de los Derechos Humanos, es obligatorio detenerse: basta con abrir los ojos al pasear, basta con ver las filas del hambre, basta con observar. Una realidad tangible que avalan también informes y estudios. El último de la Fundación Funcas, que afirma que «las consecuencias socioeconómicas del covid-19 resaltan el crecimiento de las desigualdades y su incidencia en los sectores más vulnerables» o el encargado a la Universidad de Zaragoza por la Dirección General de Igualdad y Familias del Gobierno de Aragón, que evidencia que las personas vulnerables están pagando lo peor de esta crisis, tanto en sus condiciones residenciales y económicas como en su salud física y anímica.

Las desigualdades, tanto las estructurales, como las que son consecuencia del covid-19, se han de revertir y, para ello, las instituciones tenemos la obligación de cumplir los compromisos y los acuerdos asumidos. Pero, además de todas las actuaciones previstas, en este momento es necesaria la implicación y acción de todos los pilares que sostiene nuestra sociedad, trabajando sobre alianzas y en cooperación, que es mucho más rentable para la comunidad. La responsabilidad de un nuevo modelo social más igualitario, que luche contra cualquier discriminación y que respete los Derechos Humanos, ha de ser colectiva. También necesitamos pedagogía social, que interviene a través de la familia, la docencia, los medios de comunicación, las redes sociales y, por, supuesto, desde las administraciones. Con esta finalidad, desde la Dirección General de Igualdad y Familias hemos iniciado diferentes acciones -propias y en colaboración con distintas entidades y asociaciones- para identificar la situación y necesidades más perentorias de los colectivos más discriminados.

Hoy, en el Día Internacional de los Derechos Humanos y ante esta realidad, debemos poner su declaración universal como texto prioritario en esta crisis, porque a lo largo de sus 30 artículos, no solo habla de Paz, Justicia o Libertad, lo hace también de dignidad, de elevar el nivel de vida de las personas y de que éstas tengan derecho a progresar. La vacuna contra este virus social no está en la industria farmacéutica, está en los Derechos Humanos y es urgente reivindicarlos. Decía H. Arendt que «Las crisis cambian, incluso aniquilan aspectos fundamentales de la condición humana» , y pueden poner en peligro logros conseguidos. Por eso, es urgente atajar el incremento del racismo, de las discriminaciones hacia personas de diversos colectivos, como LGTB, de la confusión interesada entre lo público y lo privado, de la vulnerabilidad, de las condiciones laborales y de la conciliación, elemento contrastado que agudiza la discriminación y aumenta la desigualdad

Es posible que la pandemia nos haya traído algo positivo, la conciencia de la que las políticas de austeridad no son rentables, ni social, ni económicamente, tal como demuestran los presupuestarios, de la Unión Europea, de España y de Aragón; cuentas más sociales que nunca, enfocadas a la búsqueda de la equidad, con la que avanzaremos hacia la igualdad de oportunidades tan presente en los ODS y que no podremos desarrollar sin el respeto a los Derechos Humanos.También nos servirá para cauterizar las enormes cicatrices producto de las heridas que ha causado esta crisis y conseguir que el respeto a los Derechos Humanos, que es lo que hoy recordamos, deje de estar en riesgo y tenga visos de ser una realidad. Para terminar, unas palabras de Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas y expresidenta de Chile: «Esta pandemia es una crisis humana que impacta en los Derechos Humanos. Por eso, para abordarla debemos situar a las personas y sus derechos en el centro de la misma».