La madre Teresa de Calcuta ha sido objeto de un documental, que puede verse estos días en nuestros cines. Se tata de un trabajo dirigido por José María Zabala, no tanto biográfico como inspirado en la influencia que la santa tuvo en algunas personas que han accedido a contar su experiencia ante las cámaras. Entre ellas, un sacerdote, una enfermera, la mujer de un piloto que sanó milagrosamente o uno de esos niños de Calcuta abandonado entre las basuras, a quien las Hermanas de la Caridad acogieron, alimentaron, criaron y empujaron a estudiar en una Universidad.

La cinta se complementa con imágenes reales de la madre Teresa en el desempeño de sus funciones diarias en diversos lugares de la India. Sobre todo, en la ciudad de Calcuta, visitando enfermos, cuidando niños, orando arrodillada en el suelo, bendiciendo con imposición de manos a todos aquellos que se le acercaban. O bien en Roma, en el Vaticano, conversando con el Papa Juan Pablo II, con quien la unió una gran relación. Su pequeño y encorvado cuerpo, y su mirada, hundida en un rostro consumido y surcado de arrugas, hablaban claramente de renuncias, sacrificios, ayunos, enfermedades, de una vida durísima, sin la menor comodidad ni concesión al bienestar, dedicada a aliviar el sufrimiento de los demás y a orientarles espiritualmente.

En ese reflejo, beneficiándose de su determinación y energía, los testigos de su influencia y ejemplo, y que, además la conocieron personalmente con cierta intimidad, nos hablan de su extraordinaria sencillez en sus comportamientos, renunciando a juzgar a nadie pero no a opinar (en temas como el aborto se mostró beligerante). Nos hablan de sus hábitos, de su continua oración e inagotable misericordia hacia los pobres, y de sus milagros, habiendo intervenido en sanaciones aparentemente inexplicables… Pero echándose en falta, lo digo pensando en los espectadores en general, entre los cuales, supongo, habrá agnósticos, una mayor profundización en el personaje y en su biografía. Desde su nacimiento e infancia en Albania, pasando por su juventud, con sus lógicas vacilaciones y dudas, y por tantos años con amores, traiciones, experiencias y errores, proezas, secretos y esperanzas que se sucedieron en su vida antes de convertirse en la mítica madre Teresa.