La imaginativa vicealcaldesa del Ayuntamiento de Zaragoza, Sara Fernández, ha organizado una exposición basada en los trampantojos. Es decir, aquellos recursos escénicos, visuales, estéticos, destinados a sugerir profundidad o perspectiva allá donde tan solo hay una superficie plana. Muy utilizados en arquitectura, escultura y pintura, ¿podrían asimismo servir para enmascarar la política?

¿Qué habrán sido las elecciones madrileñas, una representativa muestra del país o un trampantojo de la política española? Para mí, un efecto óptico, un trampantojo. Por varias razones.

En primer lugar, porque la posición del PP madrileño, tradicionalmente hegemónico, no tiene mucho que ver con su proyección de poder en, por ejemplo, Aragón. Siendo, además, cualquier parecido entre Isabel Díaz Ayuso y Luis María Beamonte mera coincidencia. No se asemejan en nada, ni siquiera en su manera de enfocar la pandemia.

En segundo lugar, los comicios madrileños me parecen difícilmente extrapolables por la específica concurrencia electoral de un partido destacado, Más Madrid, exclusivo de esa demarcación e inexportable al resto, según quedó demostrado con el fracaso de Íñigo Errejón y su Más País en las últimas generales.

En tercer lugar, porque el candidato del PSOE, Ángel Gabilondo, se ha comportado, tanto en la oposición como en la campaña, como un auténtico pasmarote, regalando votos cada vez que se ponía a «filosofar». A la ineficacia del candidato hay que añadir su mal dirigida estrategia y el error de bulto de Pedro Sánchez al situar muy por encima de su protocolo a la presidenta de la comunidad madrileña, visitándola en la Puerta del Sol como a una jefa de Estado y concediéndole rango de rival. Y, todo ello, sin contar la situación pandémica, la crisis económica, el paro o la angustia de una población sugestionada por cambiar las cosas…

Trampantojo, pues, y triunfo renovado, más que novedoso, del PP madrileño en un Madrid que casi siempre ha gobernado, tanto en la capital como en la comunidad (Álvarez del Manzano, Gallardón, Aguirre…). Éxito de una joven política, Díaz Ayuso, que ha sabido conectar con el electorado y concentrar el voto de la derecha, haciendo creer a una mayoría que defiende sus intereses y engolosinándola con guiños identitarios y la promesa de bajar impuestos.

A pesar del trampantojo madrileño, el cuadro nacional es otro.