El «asilo sanitario» concedido por nuestro Gobierno a Brahim Ghali, presidente de la República Arabe Saharaui Democrática (RADS), nación no reconocida como tal por la nuestra ni por los principales organismos internacionales, aunque sí por medio centenar de países, en su mayoría africanos y latinos, ha desencadenado la actual crisis política hispano-marroquí. Que acaba de complicarse un poco más al anunciar Joe Biden el apoyo norteamericano a Marruecos en sus pretensiones de anexionar el Sahara Occidental a su territorio soberano.

Territorio, este tan disputado Sáhara, que fue español hasta 1975, año en que la Marcha Verde y una operación entre Estados Unidos, Marruecos y Arabia Saudí nos desalojó de su dominio y administración, incluyendo los yacimientos de gas, hierro, petróleo y, sobre todo, fosfatos (Bucraa). A nuestro país, como antigua potencia colonizadora, le tocaba, según el mandato de la ONU, supervisar el proceso de descolonización del Sáhara, pero la inacción de los sucesivos Gobiernos españoles, la aparición del Frente Polisario (en guerra con España entre 1973 y 1975 y, desde entonces, en guerra con Marruecos) ha desembocado en una situación enquistada y de muy difícil solución.

Con una población que no llega a los 200.000 individuos, una mayoría de saharauis, de origen árabe y beduino, malviven refugiados en los campos de Tinduf (Argelia). Marruecos va desplazando poco a poco población hacia lo que llama Provincias del sur, la gran zona sahariana que ya controla, a fin de invertir la proporción demográfica y pasar a tener mayoría con vistas a un posible referéndum de autodeterminación (idéntica estrategia viene aplicando Marruecos respecto a las plazas españolas de Ceuta y Melilla). Así las cosas, la conquista por el Frente Polisario de una nación independiente en el Sáhara Occidental se hace improbable.

España, como siempre, está jugando a dos o tres bandas. Nuestro apoyo a Gali se ha interpretado en Rabat como un cambio en la tradicional inopia española, y de ahí los ataques a nuestras fronteras y las declaraciones hostiles del régimen marroquí a colación de Cataluña.

Urge que españoles, marroquíes, mauritanos y argelinos sepan cuál es la posición real de cada uno de estos actores en un conflicto que dura demasiado tiempo.