Quienes tienen la amabilidad de leer alguno de los artículos que publico en este medio habrán visto que, en la firma, tras mi nombre pongo «militar». En todas las actividades que he desarrollado en los últimos años siempre he dejado claro que mi primera vocación y mi profesión ha sido esa, la castrense. Lo razonable sería, por tanto, que ante la noticia de que el señor alcalde de Madrid pretende erigir una estatua en homenaje a la Legión me manifestase a favor. Por si alguien pudiera sentirse engañado al comenzar a leer estas líneas quiero dejar claro, antes de seguir, que es todo lo contrario, me desagrada mucho esa decisión. Y voy a tratar de explicar mis razones.

¿Homenaje a la Legión?

¿Homenaje a la Legión? javier Fernández López

Quien toma esa iniciativa es el alcalde de Madrid, por lo que la primera pregunta que deberíamos hacernos es cuál es la vinculación de esa ciudad con la Legión. Y la respuesta es clara: ninguna. Si no hay razón lógica de agradecimiento ciudadano por alguna acción legionaria en esa ciudad debemos hacernos otra pregunta: ¿qué interés persigue esa decisión? Y yo solo encuentro una respuesta: beneficios políticos.

Antes de seguir voy a hacer un pequeño recorrido por la historia de esa unidad militar, puede ser instructivo. Se crea en 1920, por decreto de 20 de enero, aunque por razones no bien explicadas (fecha del primer alistado, dicen) celebran el 20 de septiembre como fecha de nacimiento. Era presidente de gobierno Eduardo Dato y ministro de la Guerra el general Villalba. Como principal impulsor de la idea y primer mando hay que citar a José Millán Astray, veterano en las guerras en el norte de África y conocedor de la existencia de una unidad francesa con el nombre de Legión de extranjeros ya que los oficiales, desde su creación en 1831, eran franceses, pero el resto no nacidos en Francia, aunque la leyenda dice que no se comprobaba con excesivo rigor ese requisito. Desde sus orígenes esta unidad se distinguió por ser muy eficaz en combate, pero siempre fue acusada de ser extremadamente brutal en el entrenamiento y cruel con los enemigos. El problema español (uno de ellos) en el norte de África era que los soldados de reemplazo no tenían el entrenamiento adecuado y, además, que la muerte de cualquiera de ellos era muy mal recibida en los medios de comunicación peninsulares. La idea de sustituir a esta tropa de reemplazo por otra profesional, como lo era la Legión francesa, no fue mal recibida en círculos políticos. A ello se añadió el que la Gran Guerra planteó nuevos retos de combate y que las unidades españolas no estaban preparadas. Por todo ello Millán Astray convenció al ministro Villalba y este al presidente Dato. Al mando de la nueva unidad se coloco a su principal impulsor. Franco no fue el fundador de la Legión española, aunque sí integró el equipo de mandos. Acabo de citar a quien creo que tiene mucho que ver con la decisión del alcalde Almeida.

De comandante a coronel Franco hizo su carrera en esta unidad. En la sublevación militar del 18 de julio de 1936 todas las unidades legionarias se pusieron a las órdenes de los rebeldes y fueron parte importante en la victoria en la guerra civil subsiguiente. Franco y la Legión, ahí está la clave.

Durante el franquismo muchos españoles hicieron su servicio militar en la Legión y la mayoría de ellos guardan un buen recuerdo. La dureza del entrenamiento y los fuertes códigos de conducta y compañerismo eran, en general, muy bien aceptados. Entiendo, y conozco a varios, que estos españoles tengan un sentimiento de afecto hacia la Legión, sin entrar en mayores consideraciones. Desde que España es un régimen democrático ha habido que adaptar el credo y prácticas legionarias a lo que es una unidad como tantas otras. Han participado en muchas misiones de paz y lo han hecho con profesionalidad y muy buenos resultados. Esta Legión actual es parte integrante del ejército, igual que cualquier otra, solo que manteniendo algunas tradiciones y uniformes del pasado, siempre acordes con la actual legalidad.

Estoy convencido que el homenaje a la Legión no tiene nada que ver con la que es en la actualidad. Quienes ensalzan a esa unidad hasta el extremo de levantar una estatua lo hacen pensando en otra Legión, en la del pasado, en la franquista. Ahí está la clave. No me imagino al alcalde Almeida levantando una estatua en homenaje al Regimiento Numancia o a la Brigada de Caballería, no, eso no tiene réditos políticos.

El señor alcalde de Madrid, y portavoz estatal del PP, seguramente de acuerdo con la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, lo que busca es otra cosa. Tengo para mí que la Legión les importa poco y que lo único que buscan es dividir, provocar. Es muy triste que quieran utilizar un símbolo, querido por muchos de buena fe, para intereses partidistas, para acercarse a la extrema derecha, declaradamente franquista. Por ahí, señores Almeida y demás partícipes en esa decisión, no vamos por buen camino. La Legión nació para defender a España y ustedes solo buscan separar a los españoles.