Leía hace un par de días un brillante artículo titulado Del nacionalismo periférico al nacionalismo del interior y quisiera decir que estoy de acuerdo en buena parte del mismo. Me parece muy significativo el análisis del momento que vivimos todos con la fragmentación de sensibilidades políticas. Interesante la reflexión sobre esos escaños de implantación provincial que harían posible una mejor y mayor visualización de la realidad de la España Vaciada en el Congreso. Siendo, citando al artículo, agrupaciones tipo la de Teruel Existe las que mejor futuro pueden tener. Admitiendo, además, que surjan agrupaciones afines en toda esta vasta extensión.

De alguna forma este empoderamiento y orgullo rural puede ser determinante para intentar una nueva forma de entendernos entre todos, de forma razonada y razonable. Con discurso integrador y solidario para todos, que como se dice en la España Vaciada, ya toca.

Ya se tañeron campanas el pasado mes de marzo en Madrid, ante los leones del Congreso de los Diputados y también tocó desarrollar esta revuelta en un foro tan magnífico como representativo; Presura 2021. Resaltemos la importancia histórica de este evento, con la presencia del presidente del Gobierno, líderes políticos y representantes de una importante cantidad de plataformas cívicas. Tal vez ya hayan oído, todos, a la España que tañe sus campanas, tal vez sea un buen momento de analizar los escaños que ya cuenta y los que pueda llegar a contar en distintos parlamentos, diputaciones y ayuntamientos.

La voz de esta revuelta también se escuchó, y de qué forma, hace escasamente una semana en el propio Congreso. Sin estridencias, sin exabruptos, de forma razonada y razonable, con datos, ideas, inteligencia y arrestos para exponer las causas, los problemas y atisbar unas soluciones que, hasta ahora, jamás se habían intentado con esta intensidad y claridad. Sin reblar y mascando la rasmia, sin descanso y con determinación como la lluvia fina que cala el terreno y hace buen tempero, que tiñe de esperanza a gran parte de nuestros conciudadanos. No fue el trabajo de una agrupación en particular, fue el esfuerzo conjunto de unas ochenta organizaciones que aportaron más de un centenar de ideas y alternativas. Agrupaciones de toda España, voces igualmente cargadas de razones para plasmar sus ideas de futuro propio y para las generaciones venideras.

No puedo estar de acuerdo con el título de «nacionalismo interior». En mi opinión ni la Historia ni la realidad es similar a la que otras sensibilidades pueden creer que tienen o les interesa creer que tienen.

En mi opinión es muy diferente el «victimismo y la exaltación del agravio» que caracterizan a aquellos que, desde hace ya tiempo, tienen unas realidades en infraestructuras viarias, ferroviarias, sanitarias y sociales que otros muchos ni sueñan. Ciertamente, siguen en su rol victimista que tan buen resultado les ha dado en las últimas… centurias. No es el caso de esta España Vaciada. Definitivamente no lo es. Y no lo es porque, entre otras carencias, las anteriores infraestructuras brillan por su ausencia.

Tal vez aquellos que se hacen fuertes en su «independentismo periférico» vean peligrar, con la aparición de los movimientos ciudadanos que surgen en este momento histórico, su posición privilegiada y los pingües beneficios que han obtenido y siguen obteniendo de su posicionamiento político.

Por cierto, también tienen algunos de ellos, una fiscalidad diferenciada incluso reconocida en la Constitución. Este punto también debiera ser objeto de estudio porque si todos tenemos los mismos derechos, si todos tenemos las mismas obligaciones, es razonable pensar que debiéramos tener las mismas equilibradas contraprestaciones que, de forma solidaria, supone el estado del bienestar arropado por nuestra Carta Magna.

Cuando hablamos de una fiscalidad diferenciada en la España Vaciada se marca el hecho de la despoblación como carácter específico de esta zona que abarca tanto a la periferia como al interior. Se busca una oportunidad de radicación de la población. Entender la radicación es básico para entender la lucha contra la realidad de la despoblación que abarca a todo el territorio español. No es cuestión de una u otra comunidad autónoma, afecta a todas ellas, aunque no en la misma magnitud.

Si nos fijamos en Aragón, observaremos, según datos del INE de 2018, que el 51% de la población total, de 1,3 millones de habitantes, vive en la ciudad de Zaragoza. No en la provincia, en la ciudad. Destacar que el 58 % de las personas de esta comunidad vive en las tres capitales de provincia, con una proporción desigual entre ellas: en la provincia de Zaragoza solo el 30% de la población vive fuera de la capital, en comparación con el 76% de Huesca y el 73% de la provincia de Teruel. Creo que esta realidad aragonesa, semejante a otras comunidades, es demoledora. Sin duda es una característica que invita a una seria reflexión por parte de todos.

Por tanto, yo no denominaría «nacionalismo de interior» sino un Razonalismo de interior (si se me permite la licencia filosófica), entendido como posesión de la razón, que, debidamente encauzado, comúnmente entroncado en superiores políticas sociales, económicas, así como demográficas, pudiera ser sustento de una estabilidad del conjunto nacional, la fidelidad equidistante de la suma de las distintas realidades que componen nuestra sociedad.