Hay en Netflix un documental que cuenta cómo se hizo Regreso al futuro. Sus creadores, el director Robert Zemeckis y el guionista Bob Gale iban de fracaso en fracaso cuando idearon esta historieta de viajes en el tiempo revisando el anuario del instituto del padre de Gale.

Las primeras negativas de los estudios no les hizo desistir. La confianza de Steven Spielberg en la historia fue crucial para encontrar una productora que tragó con aceptar el cambio de protagonista a mitad del rodaje. En una contrarreloj de seis semanas, grabando de noche para que pudiera estar Michael J. Fox, buscando una actriz que estuviera a «su altura»... Ya saben el resultado. 400 millones de dólares de recaudación, tres secuelas y un icono ochentero a la altura de los goles de Malta, la sonrisa de Magic, el pelo de Alaska, Chanquete, Naranjito y la turra de Los Pecos.

Mirar al pasado, en ocasiones, hace que vuelvas al futuro. Sin necesidad de subirte con Marty McFly al Delorean. En Soria lo han hecho cargando el condensador de fluzo con resina. La recuperación de la extracción de miera da progreso a dieciséis municipios de la Comarca de Almazán, una de esas azotadas por la despoblación.

Hace unas semanas los medios castellanos y algunos nacionales se hicieron eco de una oferta de empleo para cien resineros. El tema no es broma. Desde que se recuperó este negocio en 2011 ha ido creciendo de forma exponencial hasta estabilizarse en la producción de una tonelada de resina utilizada, refinada, para generar productos químicos como lacas, pinturas o aguarrás.

Las cifras en 2020 alcanzaron el millón de euros de facturación explotando unos 500.000 pinos en montes de utilidad pública. Este curro se ha reactivado tras llegar a ser el motor de más de 400 localidades españolas durante el pasado siglo y casi extinguirse tras la entrada en la Unión Europea y la pérdida de competitividad. En Teruel se ha intentado replicar el modelo con algún ejemplo más aislado en la Sierra de Albarracín.

El ejemplo de la resina en Soria nos debe hacer reflexionar sobre esa apuesta por recuperar oficios e industrias que cayeron en saco roto en territorios donde la ganadería industrial, el sector servicios y el turismo lo han copado casi todo. Ríos, bosques, tierras de cultivo, pastos, montañas, rocas... Justamente espacio y recursos naturales es lo que sobra en el mundo rural y falta gente porque no hay tantos trabajos con una buena temporalidad para asegurar los meses de faena necesarios para establecerse con un sueldo digno sin tener que inventarte una startup.