Estamos de celebración. Menos de 100 contagios diarios, ralentización y descenso de la curva de contagios, muy por debajo de la media española, y ya tocaba flexibilizar las medidas anti-covid. Fase 2 modulada. Olé. Viva Lambán y la Repollés, que se han lucido bien. Chachi! Bailemos. Ah, no, que no se puede. Podemos regresar a aforos pseudonormales: reuniones a 30 personas, al 75% en museos, comercios, ferias, gimnasios o conferencias, pero en la hostelería y restauración todavía seguimos constreñidos, pues los locales podrán recuperar el horario que marque su licencia, pero solo estará permitido el 50% del aforo en su interior y no podrá consumirse en barra. ¿Lo entienden? Yo, no. Mucho menos teniendo al 75% de la población aragonesa vacunada, y observando lo que otras comunidades que manejan peores porcentajes que nosotros (tanto de contagios como de vacunación) están implementando. Véase, Madrid, que ya ha normalizado la restauración y el ocio nocturno a la etapa pre pandémica. Aquí, na de na. Migajas. Parece que con lo de abrir el ocio nocturno hasta las 4.00 se está haciendo una gran concesión, pero la medida llega tarde y sigue siendo insuficiente. Entérense, señores del Gobierno de Oregón, no va a haber más contagios si volvemos de nuevo a la barra. En la barra del tranvía y del autobús no pasa nada, ¿verdad?, aunque nos comamos los morros con el de al lado, perdonen la ordinariez, pero es literalmente como se suele ir en el trasporte público urbano de esta tierra de «comedidos». ¿Por qué en la barra del bar sí? Y con el bailar, ¿cuál es el problema? Les recomiendo la vieja canción de Ella baila sola. Creo que lo que les ha faltado es eso precisamente, amores de barra, por eso siguen en la parra.