Siempre han dicho que las elecciones primarias en los partidos políticos las carga el diablo. Y ejemplos hay, y más de uno, de haberles salido rana a las formaciones estas consultas a los militantes. Pero a pesar de ello, las disputas orgánicas internas siguen existiendo aunque la mayoría de las veces no se deben a diferencias ideológicas sino simplemente a la consecución de un poder. Político y algo más. Casos ha habido de dirigentes políticos que han hecho campaña en unas primarias a favor de un candidato y después del resultado se han situado al lado del ganador, el contrario al que defendían, y se ponen a trabajar con él codo con codo. Por lo tanto no habrá muchas diferencias políticas. Eso sí, hay partidos en donde esa lucha por el poder, no por las ideas, se hace a cara de perro y al descubierto, como lo que se está viviendo ahora en el PAR. Y hay otros en los que se hace soterradamente, como en el PP aragonés, en donde no está muy claro si hay que cambiar de líder o no. En otros, como el PSOE o Ciudadanos en Aragón, hay muchas corrientes contra los actuales líderes, pero todo es soterradamente y con una más que aparente camaradería. Esperando momentos estelares.

El debate que hoy existe en el PAR es un tanto nulo en ideas. ¿Cambiará mucho el partido si el presidente no es Arturo Aliaga? Nadie piensa que variará de línea ideológica en materia de enseñanza concertada, o en defensa del territorio con proyectos como la nieve, Amazon, Motorland, la logística, la agroalimentación o los Juegos Olímpicos de Invierno 2030, ni que dejará de definirse como un partido «aragonesista y de centro», como dicen hoy sus estatutos. Entonces, habría que preguntarse qué defienden los llamados críticos. Si es solo un cambio de generación, habría que decir que sobrarían muchas de las personas que se consideran pertenecer a la regeneración del PAR porque llevan todo el siglo XXI en el candelero y, desde luego, no tendrían cabida las personas que mueven los hilos porque se sabe que o no son del partido o son también de los llamados históricos. Lo que se tiene en cuenta es el poder. Se quiere estar ahí donde se toman las decisiones vitales. Por eso las contradicciones entre aspirantes, candidatos y cargos suelen ser continuas. Si el modelo del PAR está anticuado, deberían de plantearse alternativas, pero ese tipo de debate político, de momento, no existe. Se hacen acusaciones banales contra los adversarios, todas de cara a la galería, y la ciudadanía se pone de parte de unos y de otros cual entretenimiento deportivo. Ya veremos si, al final, hay candidato alternativo al actual presidente del partido y también vicepresidente del Gobierno de Aragón.

En el PP aragonés también ha empezado el juego. O mejor dicho, sigue, porque aquí los cambios por ideas ya han empezado, aunque todo el mundo sabe que es por poder. ¿Al PP de Zaragoza le va mejor con el actual líder provincial, Ramón Celma, que con el anterior, Javier Campoy? Probablemente el nivel de conocimiento de uno y otro sea muy escaso entre todos los zaragozanos que tienen derecho a voto y lo único que sí podrían valorar más es si a los populares aragoneses les iría mejor con un presidente como el que hay, Luis María Beamonte, o con uno distinto como, por ejemplo, el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón. Sea como fuere, ni el PP de Zaragoza ha cambiado de razón ideológica ni cambiaría el de Aragón si se diera esa alternativa. Lo único es si estaría uno u otro en mejores condiciones de acceder a liderar el Gobierno de Aragón. Ese sería un debate, pero ni de ideas ni sobre materias concretas. Lo que se está decidiendo es si los amigos o más próximos a una persona sitúan al frente del partido a alguien más afín pero no por ideas, sino por relaciones sociales.

Casos similares los hay en más partidos. El PSOE aragonés ahora solo tiene candidatos únicos a dirigir las agrupaciones provinciales y la autonómica, pero eso no significa que todos, en todos los lugares, estén conformes con todos. En vez de enfrentarse a realidades, que nada tienen que ver en la mayoría de los casos con ideología --aunque siempre habrá alguna excepción-- fingen o simulan una camaradería que realmente no se da porque hay un afán por el poder. En Ciudadanos también pasa y las críticas que muchos lanzaban hace pocos meses contra el líder en Aragón, hoy están calladas y todos se dan la mano como si no pasara nada. ¿Diferencia de ideas? No, interés por el poder.

Esa búsqueda del poder es lo que hace que las posiciones se vayan moviendo, aunque mínimamente. ¿Acaso ha cambiado Podemos de posicionamientos porque ahora la líder sea Maru Díaz en lugar de Nacho Escartín? De hecho, este sigue siendo diputado en las Cortes de Aragón y portavoz del grupo parlamentario. Las ideas son las que menos cuentan. Es cierto que es buena la renovación de los partidos y que es saludable que los políticos no sean tan profesionales y estén en sus cargos un tiempo limitado y medido. Pero también es positivo que los congresos, las reuniones, las convenciones políticas, debieran servir para algo más que para ver meros enfrentamientos verbales con el adversario. Enfrentar ideas es muy sano, aún estando en el mismo grupo.