Cada dos por tres, me llegan mensajes en el Facebook con el siguiente texto: «Creo que apareces en este vídeo. ¿Eres tú?». No lo abro, por supuesto. Un sexto sentido (por decirlo de algún modo) me alerta de que debe de tratarse de uno de los muchos virus que nos asaltan a todas horas. Cómo cunden los virus en estos tiempos, qué cansinos, por favor. Sin embargo, muy de vez en cuando, te etiquetan en un vídeo, te dicen que sales en él, y oye, sí que sales en él. No todo son agentes infecciosos en las redes sociales, menos mal.

Esta semana me han etiquetado en un vídeo del Salón del Cómic de Barcelona del año 1991, dentro del programa de TVE 'Olla de grillos'. En el texto enumeraban que aparecían en el reportaje grandes figuras del tebeo: Vázquez, Escobar, Hugo Pratt, Quino… y también un servidor, paseando con cierto aire despistado. Y así es, allí me veo, junto a otros compañeros, como la artista Victoria Ramos, visitando el Salón del Cómic de Barcelona hace la friolera de treinta años, aunque treinta años no es nada. Y por unos instantes, se produce el milagro. Vuelvo a ser joven. Y me veo y me reconozco con esas pintas noventeras, vergonzosas y entrañables a un tiempo. Evoco el viaje, la emoción, las risas…

He vuelto muchas veces después al Salón del Cómic de Barcelona, ya como autor, firmando mis cómics malavideros, disfrutando lo indecible, pero, ay, esas primeras veces en las que acudes como aficionado, en las que todo parece mágico y maravilloso, esas son las que te forjan y te hacen amar el noveno arte de por vida. Sonrío a ese joven, pausado en el vídeo, y le digo que no hemos cambiado en lo fundamental, que nos siguen gustando las mismas cosas. Vivan los tebeos, le digo, aunque ahora, treinta años después, algún figura diga que no son cultura.