En la época dura del primer confinamiento, un periodista holandés, en una rueda de prensa, preguntó a los responsables sanitarios del momento el por qué España no hacía un confinamiento inteligente como ellos, que no implicaba medidas tan drásticas como aquí. El ministro de Sanidad de entonces, educado, pausado y reflexivo le contestó más o menos que aquí se hacían las cosas de acuerdo a las circunstancias. Se lo dijo además en un tono poco templado infrecuente en él. Lo que estamos viendo estos días en Rotterdam, Bruselas, Viena y diversas ciudades alemanas no parece corresponder a la idea de un confinamiento inteligente. Para empezar esos países cultos, metódicos y ordenados han hecho mucho menos caso a la gravedad de la pandemia. Las diferencias en las tasas de vacunación son elocuentes. Los disturbios que han originado superan con creces los exabruptos de nuestros cayetanos del barrio de Salamanca de Madrid.

La verdad es que Europa tiene todavía un montón de tópicos sobre los países del sur y en particular sobre el nuestro. Me gustaría saber dónde anda ese periodista holandés, un lumbreras. Esos prejuicios se manifiestan en numerosas ocasiones, cuando se habla de la política económica europea, especialmente en los tiempos de la crisis de 2008 y también en esta del covid, en las llamadas políticas de austeridad, en base a que éramos unos manirrotos que íbamos a aprovecharnos de su hacendosidad y su prudente gestión. No dicen nada acerca de sus trampas fiscales Irlanda, Luxemburgo, Holanda, Austria, que detraen recursos de otros países del club europeo y en particular del nuestro.

Con todos nuestros problemas y contradicciones somos un país que llegó tarde a la democracia y a la modernidad, pero ya hace tiempo que nos incorporamos al espíritu de los tiempos y a las demandas de una sociedad avanzada y, en ocasiones, lideramos algunas políticas sociales. Lo siento, pero estas consideraciones positivas rompen la visión y el discurso de populistas de izquierda y de derecha, de los nacionalistas, por definición de derecha, y más preocupante, de aquel partido que debería pensar que algún día puede volver a gobernar. Es inaudito que los responsables del PP vayan hablando mal de su país en Europa de manera insistente. Sin embargo, es lo que hacen cada vez que no mandan ellos.

Cierto que tenemos un sistema político e institucional con muchas deficiencias, pero no menos que esos países de viejas democracias. Lo que no encontramos en esos países son partidos que hablen mal de su país y que tratan de debilitarlo por una estrategia bien mezquina de arañar votos. Nos falta autoestima y en determinadas opciones políticas sentido de estado

Cierto también que no son pocas nuestras contradicciones. Por ejemplo, en la primera fase del covid, los fallecimientos se cebaron como sabemos en las personas mayores. Algunos estudios señalan una correlación, entre comunidades envejecidas y personas fallecidas. Así Aragón, en correspondencia a su estructura poblacional envejecida, tuvo un porcentaje elevado de muertes. Los datos nos situaban en un tercer lugar por número de fallecidos. Pero se da la circunstancia de que comunidades como Madrid, con una población mucho más joven, presentó tasas de fallecimientos más elevadas que nosotros. ¿Cómo se explica eso? Posiblemente, su política de falsas libertades y pobres servicios sanitarios y sociales han causado ese diferencial de desgracias. Pues bien, en eso de las contradicciones, no se explica como los responsables de esas políticas, la Sra Ayuso y sus acompañantes, PP y Vox (los enemigos de las vacunas, es preciso señalarlos) tuvieran los resultados electorales que tuvieron. Hay más cosas en ese asunto que se escapan a este escrito. Una contradicción flagrante, un sinsentido del voto de la ciudadanía, más propio de otras latitudes. Son muchos los factores que contiene un voto, pero, en fin, parece ilógico este resultado. Sin embargo, si se mira cómo han evolucionado los comportamientos e intereses de los líderes de la contienda, a lo mejor, fueron unos resultados interesantes. Los líderes de la derecha tienen poco cuajo, el convalidado Casado y la tuitera del perro de la lideresa, ambos se creen con el derecho a mandar en su partido en una competición de ambiciosos mediocres. Me da, que Casado tiene políticamente los días contados, y no lo salva ni Franco por mucho que acuda a sus misas y la Sra. Ayuso que no crea que España es como Madrid. O mejor que lo crea.