La directora de la Filmoteca de Zaragoza, Toña Estévez, ha programado un apasionante ciclo dedicado a 'Mujeres fatales en el cine negro clásico'. La pasada semana pudimos disfrutar con 'Los asesinos' ('The killers', 1946), inspirado en aquel primerizo relato de Ernest Hemingway que asombró por su concisión y potencia narrativas, y por su aparente absurdo al meternos en la piel de un hombre que iba a ser asesinado sin que se supiera por qué. La versión de Robert Siodmak, con Burt Lancaster, está protagonizada en clave de 'femme fatale' por una jovencísima y recién descubierta Ava Gardner. También pudo verse 'Gilda' (1946), de Charles Vidor, con la mítica actuación de Rita Hayworth.

Para esta semana, la Filmoteca ha programado otras dos películas canónicas del cine negro. Una es la primera versión de 'El cartero siempre llama dos veces' ('The postman always ring twice', 1946) con Lana Turner y John Garfield poniendo carne y sentimientos a la pareja de enamorados -Cora y Frank- que deciden cometer un crimen para poder vivir en libertad su pasión. Le seguirá la no menos legendaria 'La dama de Shangai' ('The lady from Shangai', 1947), de Orson Welles, emparejado en la escena con la que ya era su pareja en la vida real, Rita Hayworth.

Para las dos semanas próximas nos esperan otros cinco exquisitos bocados: 'Retorno al pasado' ('Out of the past', 1947) de Jacques Torneur, con Robert Mitchum, Jane Greer y Kirk Douglas; 'El abrazo de la muerte' ('Criss Cross', 1949), también de Siodmak, con Burt Lancaster e Ivonne de Carlo; 'El demonio de las armas' ('Gun crazy', 1950) de Josep H. Lewis, con Peggy Cummins y John Dall; 'Deseos humanos' ('Human Desire', 1954) de Fritz Lang, con Glenn Ford y Gloria Graham; y 'El beso mortal' ('Kiss me deadly', 1955) de Robert Aldrich, con Ralph Meeker y Gaby Rodgers.

Una más que sugerente selección, en definitiva, para zambullirse de lleno en el universo más genuino del cine negro. En sus detectives, jugadores, camorristas y mujeres fatales, pero sobre todo en el talento con que aquellos directores supieron contar historias que hoy nos siguen hablando desde el fondo del alma humana porque a su lenguaje rabiosamente actual hay que añadir la originalidad, la fuerza y la belleza de sus imprescindibles historias.