TERCERA PÁGINA

Rusia y el peligro de sus ensoñaciones

Cabría plantearse si el propio régimen y sus integrantes ya comienzan de algún modo a cuestionarse sí Putin es el sujeto más idóneo

Fernando Martín Cubel

Fernando Martín Cubel

Todo comienza el 24 de febrero de 2022, Rusia inicia la invasión de Ucrania de manera sorpresiva para todos –salvo para la Administración Biden– en el área del Donbás, siguiendo el hasta entonces supuesto relato perfectamente diseñado durante años de tensión y conflicto entre Rusia y Ucrania; sin embargo, al día siguiente, 25 de febrero descubrimos que junto al ya existente frente de invasión, Rusia decide abrir otros escenarios de invasión, uno de ellos con la clara intención de llegar cuanto antes a Kiev (no olvidemos lo sucedido durante el primer fin de semana de esta invasión) y dar por acabado al régimen ucraniano en un ejemplo similar al sucedido en el caso georgiano, las ensoñaciones –si el invasor no conoce la auténtica realidad del agredido– suelen tener a veces malas digestiones. A priori dos países con un claro desequilibrio más favorable desde el inicio de la invasión a Rusia, sobre el papel por el factor demográfico, industrial-militar, el potencial de sus capacidades militares y un régimen fuerte hasta este momento.

A mediados de junio de 2023, y mientras la guerra de invasión continúa sobre el terreno, siendo en algunos momentos muy parecida en sus características a la Primera Guerra Mundial, el mundo permanece atónito a la acción del grupo Wagner que en unas horas va a ser capaz –en un imprevisto giro de los acontecimientos– de situarse a pocos cientos de kilómetros de Moscú y no de Kiev. Por sí todavía no está claro para algunos, el grupo Wagner con sede en San Petersburgo, forma parte del gran conglomerado del régimen de la Rusia de Putin, con un gran potencial militar pero también económico y publicitario en el país, al que hace un mes el líder ruso felicitaba por haber concluido la toma de la ciudad de Bajmut.

La cuestión de la guerra de invasión en Ucrania –como bien he indicado en numerosas ocasiones– es que por desgracia son los acontecimientos que vienen desarrollándose en el campo de batalla quienes están determinando toda la agenda del conjunto de actores implicados, así como de las posibles salidas pacíficas al mismo. Pero para la propia Rusia podría poco a poco llegar a convertirse en una realidad cada más incómoda no solo en la propia sociedad sino también en todos aquellos que hasta el momento conforman el régimen ruso que desde hace 23 años gobierna el país. ¿El invasor se cuestiona a sí mismo? ¿No es tanto el empuje de la contraofensiva ucraniana como las posibles debilidades y consecuencias que las jornadas de junio de 2023, las que van a determinar el transcurrir de esta guerra de invasión?

La realidad del poder en Rusia es compleja, cuando hablamos de un régimen con más de dos décadas de vida y que ante el hecho de la guerra de Ucrania se ha visto sorprendida dentro de sus propias filas y no por un agente externo que siempre podría generar un inmediato cierre de filas en torno al liderazgo que sostiene al mismo. Personas, intereses que se mueven dentro del régimen que conforman el mismo, políticos, amigos, tecnócratas así como los oligarcas que hasta el momento han resultado «beneficiados» de 23 años de poder de Putin. Cabría plantearse si este movimiento que se ha producido por parte del grupo Wagner ha servido para generar cierta perturbación ante un liderazgo que ha sido mediador, manteniendo el equilibrio de poder del régimen y en algunos casos mostrando dureza en sus decisiones siempre dentro de no generar una clara desafección dentro de aquellos que han sabido aprovechar las posibilidades políticas y económicas.

Como bien señala el Teniente General Gan Pampols «los regímenes autoritarios se sostienen sobre la base de cuatro premisas» que son, según él, «el dominio de la información interna y externa, el control de la administración mediante la férrea burocracia estatal para la distribución de bienes, el orden interno a través del control de la disidencia, y la disuasión externa por la amenaza del uso de la fuerza a través de las fuerzas armadas..., que en ningún caso puedan suponer un contrapoder real». ¿Se ha visto en algo perturbado y afectado negativamente sobre estas premisas, el régimen ruso, o simplemente estamos ante un hecho que queda dentro de las luchas internas del mismo?

El factor externo, en su mayoría enfrentado al régimen de Putin ante la guerra, este movimiento del grupo Wagner refuerza su relato de apoyo al Kiev, y el papel que vienen desempeñando de apoyo económico, militar y diplomático, con especial atención a UE, EEUU y OTAN, frente a los hasta ahora débiles intentos de buscar elementos que puedan al menos provocar un cese de las hostilidades y la posibilidad de sentarse en un mesa de diálogo diplomática, y sin olvidar los posibles pasos que China pueda dar a sabiendas que cuando esta guerra finalice, Rusia ya no será un país que pueda estar al mismo nivel del diálogo y con una fuerte dependencia de su homólogo chino. Puede que al régimen ruso le quede la esperanza de «resistir» hasta un hipotético triunfo electoral de Donald Trump en EEUU, que suponga un vuelco en la actual situación, siempre y cuando su economía pueda mantenerse sin sufrir el impacto del régimen sancionador hasta noviembre de 2024.

Finalmente, quisiera acabar con este soneto de Tommaso Campanella titulado No es rey quien posee un reino sino quien sabe reinar. Putin reina sobre el papel un régimen que está implantado en todo el país, es mediador esencial y pieza decisiva de su conservación, pero cabría plantearse si el propio régimen y sus integrantes ya comienzan de algún modo a cuestionarse sí Putin es el sujeto más idóneo.

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