La opinión de Sergio Pérez

El rejonazo final a Bakis y la interminable agonía del Zaragoza 23-24

Con 1-2 en el marcador y la necesidad de hacer gol, Víctor Fernández no movió el equipo. A Bakis no le dio entrada ni con 1-3. Prefirió antes a Enrich y Cuenca. Fue el rejonazo definitivo al delantero estrella de esta temporada. Sus cero goles en mayo son una metáfora de lo que le ocurre al Real Zaragoza.

Iván Azón salta a por un balón aéreo con Muñoz y Elgezabal.

Iván Azón salta a por un balón aéreo con Muñoz y Elgezabal. / JAIME GALINDO

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Otra vez más, porque es una constante de las últimas jornadas, el Real Zaragoza se vio obligado a jugar contracorriente y persiguiendo al rival por detrás en el marcador. En el banquillo, cuatro delanteros, Sinan Bakis, el fichaje estrella del verano, Cuenca, Manu Vallejo y Enrich. Desde la llegada de Víctor Fernández, la presencia de estos dos últimos ha sido testimonial. Al turco, el entrenador le guardó la fe en sus primeras semanas. Su respuesta fue tan mala que pronto acabó de nuevo en toriles.

Este domingo, contra el Burgos, con la necesidad de hacer gol para tratar de sumar al menos un punto, Víctor Fernández le pegó el rejonazo definitivo a Bakis. No le dio entrada. El técnico prefirió mantener su once tipo (sin quitar los tres centrales hasta el final...) mientras la distancia fue de un tanto. Al final, ya con 1-3 y el encuentro virtualmente perdido, le regaló unos minutos insignificantes a Enrich y otros pocos a Marcos Cuenca.

Al Real Zaragoza le sucedió lo mismo que durante toda la temporada. Es un equipo con numerosos defectos y, entre ellos, sufre dos importantes: pena en área propia y, sobre todo, acusa una enorme falta de contundencia en la rival. Hubo una producción interesante de disparos (hasta 22) pero el gol siempre pareció lejos. El Zaragoza volvió a ser inofensivo e inocente. Esta vez no hubo un golpe de fortuna final que escondiera los problemas.

El partido empezó tan plomizo como la tarde, con un ritmo cansino y poca electricidad en el campo. Entre algunas llegadas locales muy tenues, el Burgos pegó la primera sacudida. De fuera hacia dentro, Joni Montiel trazó una perfecta diagonal hasta que asomó por el balcón del área. Allí, con la precisión de un francotirador, se inventó un disparo perfecto en carrera que limpió la escuadra derecha de Cristian Álvarez. El argentino había recuperado la titularidad bajo palos después de más de seis meses.

A Montiel le quiso emular Liso a segundos del descanso. Su extraordinario zurdazo curvado, con una rosca preciosa, golpeó violentamente el larguero. El canterano fue el que más pimienta le puso a la tarde: vertical, incisivo, atrevido y peligroso. En la acción inmediatamente posterior, el Real Zaragoza empató al desviar Grau un disparo de Toni Moya. A la vuelta del descanso, la fortuna cambió de barrio y Curro estableció el 1-2 con la ayuda involuntaria de Mouriño. El 1-3 de Sancris fue la sentencia en una contra y la condena a cadena perpetua esta temporada.

Al equipo le faltan muchas cosas. Amor propio, no. Lo intentó pero como viene con defectos de fábrica tan serios se encontró con el mismo destino de tantas veces, otra derrota. Víctor Fernández tampoco está pudiendo darle bravura al becerro y suma 9 puntos de 24, un bagaje realmente flojo. La interminable agonía por la temporada 23-24 continúa.