Nieve tóxica en Galicia

Margarita Barbáchano

Margarita Barbáchano

Hace 22 años de la tragedia medioambiental del Prestige y de la frase de Mariano Rajoy, entonces presidente del Gobierno, declarando a la prensa que «solo eran unos hilillos con aspecto de plastilina…». En ese momento estaban saliendo casi 200 toneladas de fuel por hora del barco partido en dos en la Costa de la Muerte. Bobadas de tal calibre no se pueden olvidar. El 13 de noviembre de 2002 el petrolero Prestige, cargado con 77.000 toneladas de fuel sufrió un accidente durante una tormenta y un fuerte golpe le abrió una vía de agua a estribor. Una llamada de socorro por radio alertó de la situación a 28 millas de la Costa de la Muerte. Se barajaron dos opciones: remolcarlo hasta el puerto de A Coruña para intentar vaciarlo o alejarlo de la costa lo más posible. En este intento fallido el barco se partió en dos.

La tragedia se repite ahora, y el Toconao con bandera de Liberia, que salió de Algeciras con destino a Roterdam, perdió en su travesía seis contenedores frente a las costas de Portugal, en Viana do Castelo, y un contenedor con 1.050 sacos de pellets (minúsculas bolitas de plástico) cayeron al fondo del lecho marino. En esta ocasión, la marea tóxica y contaminante para el medio ambiente y para la salud humana por los microplásticos, afecta ya a las comunidades autónomas y parques naturales que gozan de especial protección de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco. El desastre pasó el 5 de noviembre y hasta hace unos días nadie hablaba de ello. Todos callaban, incluida la Xunta que tardó unos días en comunicar el accidente. Un asunto delicado en plena campaña electoral gallega. Y ya tenemos servido el cruce de acusaciones entre el Gobierno central y la Xunta en plena campaña.

«¡Nunca Máis»! fue el movimiento de protesta y solidaridad que surgió en Galicia y llegó a todo el país para que no se volviera a repetir la catástrofe. Más de 65.000 voluntarios llegaron a Galicia de todo el mundo. «Fue probablemente el mayor acto de amor colectivo en defensa de la naturaleza», afirmaba emocionado Manoel Santos, uno de los voluntarios y coordinadores.

Hoy basta ver las imágenes de los vecinos de los arenales esforzándose con rastrillos y coladores caseros para recoger esas bolitas blancas, contaminantes y nocivas para la salud de los peces, de los humanos y del medio ambiente devastados. Otra vez. Mientras, las administraciones públicas se pasan la pelota sobre quién debe mover ficha primero. ¡Qué asco dan! Lo mismo que hacen las empresas implicadas en el accidente: armadores, empresas de logística, etc. Incluso llegan a afirmar con altiva ignorancia que «los granos no eran tóxicos».

¿Dónde está el Ejército (La UME) para echar una mano en la recogida de los pellets? ¿Dónde está la Inteligencia Artificial para desarrollar un artilugio que los detecte? ¿Dónde están las pruebas de laboratorio para conocer su toxicidad? La nieve tóxica en nuestras playas puede extenderse con la llegada de las corrientes marinas. Necesitamos solidaridad y la ayuda de UE para abordar con eficacia esta nueva tragedia.

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