Nacer en determinados lugares del mundo –territorios en guerra, sitiados, invadidos, extremadamente pobres o países a los que no se les reconocen sus fronteras– facilita que las personas nacidas en esos enclaves acaben siendo «extranjeros» allí donde vayan. Da igual que huyan de la guerra, del hambre, de la violencia y que lo hagan para buscar un lugar en el que prosperar lejos del miedo, de los conflictos religiosos, de raza y de fronteras, porque siempre serán «extranjeros» y eso implica que su suerte tiene casi todo el peso en la balanza de los perdedores, en esa balanza del miedo que nos asiste y nos crucifica.

Pero los «extranjeros» no los provocan solo las guerras o el hambre. Hoy en día, y en una sociedad cada vez más necesitada de etiquetas y de banderas, cualquiera puede ser tachado de «extranjero» por el simple hecho de ser distinto y no seguir la pauta marcada y hacer de su mala reputación, como escribió Brassens, un canto a la intolerancia de todos aquellos que no aceptan a determinadas personas por no saber qué etiquetas ponerles.

Hace unos días el músico Ara Malikian supo que acababa de ser descalificado de los Grammy Latinos por no ser «suficientemente latino», a pesar de contar con la nacionalidad española desde hace 20 años y haber tocado en la gala de inauguración de estos importantes premios hace tres. Nada de eso cuenta, nada importa, porque alguien de la organización de los Grammy decidió que Ara no era suficientemente latino y su decisión nos lleva de nuevo al drama del eterno «extranjero», al que los suyos repudian por haber abandonado sus fronteras y los países a los que llega rechazan o cuestionan porque es un «extranjero», un tipo nacido en una frontera lejana, con otro idioma, otra cultura, un color de piel diferente y hasta quizá una forma de sentir distinta.

Tras conocer la noticia de que su disco 'Petit Garage' quedaba excluido de los premios, Ara Malikian escribió: «En el Líbano no me consideraban suficiente libanés porque era de origen armenio; los armenios no me consideraban suficiente armenio porque había nacido en el Líbano. Cuando me establecí en Europa no me consideraban europeo porque no había nacido en Europa». Y así una y otra vez, él y otros tantos Ara se han ido encontrando con que no eran los suficiente para ser, porque para ser suficientemente latino, europeo, americano, libanés o elija usted, querido lector, la nacionalidad, no solo hay que haber nacido, hay que tener la bendición y llorar y arrepentirse del crimen que supone nacer en un sitio y pertenecer a otro o el de nacer en un lugar del que solo se puede huir para sobrevivir, ni siquiera para vivir dignamente.