Cuando uno cree que no puede sorprenderse más, llega Alberto Cubero a dar una vuelta de tuerca. El concejal de Zaragoza en Común tuvo estaba semana un buen día. De esos en los que debió pensar que estaba más gracioso de lo habitual y sus ocurrencias resultaban divertidas. No tuvo mejor idea que llamar 'carapolla' al alcalde de Madrid mientras mezclaba en un chascarrillo absurdo a Djokovic, Azcón y Martínez Almeida en una comisión de Hacienda del Ayuntamiento de Zaragoza. Alucinen, sí.

Por si fuera poca la inconveniencia y la desfachatez de convertir el salón de plenos en una barra de bar con comentarios de cuñado, Cubero decidió seguir. Se disculpó pero añadió: «Lo diré fuera de aquí pero no aquí». Lo dicho, estaba pletórico.

No es la primera vez que el concejal de ZeC se pasa de frenada. La ironía, la burla fina, el sarcasmo bien llevado se agradecen en cualquier discurso político. La bajeza, la necedad y la simpleza no deberían aparecer nunca. Un cargo público tendría que dar ejemplo de muchas cosas. Lo mínimo, de educación y respeto. Si ni siquiera entiende esos límites lo mejor que podrían hacer el partido al que pertenece y la formación a la que representa es darle un ultimátum. En algún momento hay que poner fin a comportamientos inapropiados reincidentes, sobre todo si el susodicho no presenta ningún tipo de arrepentimiento y le divierten este tipo de acontecimientos intolerables que no valen más que para rellenar minutos en el show mediático.

Probablemente las palabras de Cubero dicen más de él y su forma de hacer política que del insultado en este caso

Probablemente las palabras de Cubero dicen más de él y su forma de hacer política que del insultado en este caso. Por lo que dijo, cómo lo dijo y cómo, a pesar de disculparse, insistió. Pero de la misma forma que no caben paños calientes en su condena, que no hay término medio a la hora de recriminarle su conducta, tampoco resultan del todo adecuadas algunas reacciones. Que el alcalde de Zaragoza extienda el comportamiento impresentable de un edil a toda la izquierda es, cuando menos, excesivo. «La izquierda siempre insultando y crispando», decía en sus redes sociales. Cada palo que aguante su vela. Aprovechar este episodio para meterlos a todos en el mismo saco y atacar indiscriminadamente quizá es un poco injusto. Igual de injusto que decir que todos los políticos son iguales ¿no?.

Tristemente volvemos a desilusionarnos al escuchar a un representante político y al ver el nivel que existe en las instituciones pagadas con nuestros impuestos. Cuando suceden estas cosas siempre se me plantea la misma duda. Hablar de ello y contribuir a una mayor difusión o silenciarlo para no promocionar semejante espectáculo. Creo que silenciar nunca es la opción. Por lo menos la mía.