El Periódico de Aragón

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Ángela Labordeta

EL TRIÁNGULO

Ángela Labordeta

¿Qué fue de Rapitán?

De vuelta hasta casa cantábamos siempre la misma vieja canción, esa que hablaba de amores de suburbio y litros de alcohol. Eran los tiempos de Rapitán, cuando habíamos hecho de ese fuerte sobre la ciudad de Jaca nuestro país de nunca jamás y desde el que retábamos al futuro para que nos olvidara y nos dejará allí, abandonados y felices. En aquellos finales de los ochenta y principios de los noventa había una literatura que se imponía en las calles y tenía muy poco que ver con la música que sonaba en las casas de esa España que despertaba ilusionadamente ingenua a la democracia, mientras nosotros, generación de despojos, consumíamos las horas en anocheceres que eran curvas sobre el precipicio y así saltábamos al vacío subidos a todas las sustancias que eran ilegales y estaban prohibidas. No recuerdo cuándo cesó el carrusel, ni en qué momento algunos nombres se fueron haciendo cruz sobre nuestro pequeño presente, tampoco sé la razón por la que el viento se detuvo y la travesía se convirtió en algo insoportable y doloroso, solo sé que había que sobrevivir y dejar todo atrás: a las chicas de la cantera, a los chicos del ferrocarril, a las madres quejosas, a los padres ausentes, al verano y rogarle al invierno que nos hiciera hombres y mujeres de provecho.

Y aunque Rapitán siempre estuviera ahí, nosotros nos fuimos comiendo año tras año su sonoridad y recuerdo, hasta que ya no quedó nada de él ni de nosotros con 21,22, 23, 24… años y siempre pensamos que era mejor así y que el paso del tiempo nos compensaría con el regalo de una vida adulta sin sobresaltos. Así que decidimos hacernos adultos sin entender que posiblemente íbamos a vivir unas vidas donde el vivir se convertiría en un complejo juego de probabilidades en ocasiones con cero posibilidades. ¿Qué fue de Rapitán?, me pregunto, y no hay ninguna voz que me responda, ni siquiera la mía en aquella madrugada cuando besaste el asfalto y sin derramar ni una lágrima decidiste no volver sobre tus huellas para dejar esa imagen imborrable suspendida sobre los árboles. Hay atardeceres que queman y otros son pura cortesía. Hay recuerdos que duelen y otros que no llegan ni siquiera a serlo. Hay días que no acaban por mucho que hayan pasado miles de días entre ese día y los demás.

¿Qué fue de Rapitán?, me pregunto hoy cuando por fin he comprendido que somos algo que sucede en los entreactos, que es cuando la vida salta desde los escenarios y vuelve a su rutina y a sus quehaceres y a su compleja normalidad.

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